El socialismo en un país rentista (CASO VENEZUELA)
Publicado En:
REALIDAD
.
Por DAVID UGARTE
Más allá
de la victoria electoral del Presidente Chávez
El
socialismo en un país rentista_ James Petras
Traducido por Silvia Arana para Rebelión
Introducción
La exitosa reelección del Presidente Chávez con una
diferencia contundente de 10 puntos porcentuales, ganando 20 de los 22 estados
y con una concurrencia electoral masiva del 80% le otorga al gobierno
venezolano un mandato claro y decisivo para conducir la política y la economía
del país durante los próximos seis años.
Para entender tanto las oportunidades como las
limitaciones que encontrará el gobierno, es esencial resumir no solo las
características positivas del gobierno sino también las complejas y difíciles
características estructurales de "transición" de una economía y sociedad,
fundamentalmente "rentista", basada en los enclaves extractivos de
una economía dominada por el petróleo. El proyecto socialista enfrenta un
ámbito externo con características contradictorias, que incluye una economía
altamente globalizada que ofrece oportunidades de intercambio e inversiones y
socios económicos en expansión a nivel regional y de organizaciones globales
(OPEC, MERCOSUR, UNASUR, PETROCARIBE, ALBA) al igual que amenazas
político-militares por su proximidad con la patria imperial de América del
Norte.
Mientras que los cimientos institucionales y las
iniciativas de política exterior del Presidente Chávez generaron un verdadero
"muro de fuego" -al menos en la actual coyuntura- contra cualquier
intervención directa o indirecta de EE.UU. o de la OTAN, como sucedió en Irak,
Libia y Siria. En cambio, las estructuras internas, en particular las sociales,
económicas y políticas, son más problemáticas. Y por esa razón, Washington se
ha reenfocado para concentrarse en debilitar los puntos vulnerables políticos y
estructurales del régimen de Chávez con el fin de cuestionar y erosionar su
gobierno. Este "reajuste" de la estrategia imperialista "hacia
dentro" exige un giro igualmente estratégico del gobierno de Chávez:
consolidar los cambios realizados y avanzar en nuevas formas de organización y
práctica socialista.
Respuestas post-electorales
Después del triunfo electoral de Chávez, el terreno
de las luchas futuras quedó en evidencia tanto por las reacciones de EE.UU. y
de sus adversarios domésticos como por la de los venezolanos que apoyan a
Chávez. La Casa Blanca elogió el proceso electoral, la participación pacífica y
ordenada de sus ciudadanos pero, a diferencia de las respuestas
congratulatorias de los presidentes latinoamericanos, no felicitó al Presidente
Chávez -una señal clara de la continuación de las hostilidades diplomáticas.
Washington no reconoció la relación entre el proceso pacífico y el programa
sustantivo del gobierno de Chávez: dada la inmensa popularidad de los programas
sociales y redistributivos hubo un consenso general (incluso entre la mayoría
de votantes de la oposición) que la violencia y una campaña desestabilizadora
solo hubiera aislado a los testaferros de Washington, perjudicando sus
perspectivas electorales en las próximas elecciones de diciembre de 2012 y
febrero de 2013 y polarizando al electorado de una manera muy desfavorable.
El reconocimiento de la legitimidad e integridad
del proceso electoral por el candidato derrotado, Capriles, y por la Casa
Blanca es una indicación de que el enfoque principal de la oposición reside en
intensificar la lucha electoral para captar el control institucional a nivel
legislativo local, estatal y nacional durante los próximos cuatro meses. EE.UU.
se prepara para entregar millones de dólares a las bases de apoyo de la
oposición -sobretodo usando los fondos para forzar la "unidad" entre
la docena de partidos, sectas, ONGs, sindicatos y asociaciones de propietarios
rivales. Las divisiones y separaciones entre la oposición irán en detrimento de
los esfuerzos para derrocar a los funcionarios chavistas, incluso a los más
vulnerables.
El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), a
favor de Chávez, sostiene que las elecciones le dieron al Presidente el
"mandato" de continuar con la agenda socialista. El problema es que
muchos líderes, organizaciones de base, grupos barriales y funcionarios tienen
importantes discrepancias sobre el significado del "mandato"
con respecto a la agenda socio-económica. El problema es que ellos también
tienen discrepancias importantes sobre cuáles deberían ser los próximos
pasos hacia una "transición socialista".
La oposición hará todo lo posible para conservar
sus bases de poder institucional y su contraparte en EE.UU. se aprovechará, sin
dudas, al máximo de sus puntos de acceso al sistema político. La oposición se
opondrá a cualquier cambio en la propiedad de los bancos privados, de los
medios masivos de comunicación y de los centros económicos estratégicos, bajo
su dominio. Promoverán cambios en la política gubernamental, pidiendo reducción
del gasto social; apoyando legislación que debilite la regulación por parte del
estado; y pidiendo investigaciones legislativas de funcionarios chavistas
elegidos por voto. La oposición neoliberal se enfocará en explotar cualquier error
cometido por las empresas públicas y en denunciar una "persecución"
autoritaria si el gobierno enjuicia a estafadores del sector público, a
delincuentes que lavan dinero o a banqueros que hacen operaciones financieras
ilegales internacionales. Por sobretodo, tanto EE.UU. como la oposición
denunciarán que la "democracia" y la "libertad" están en
peligro si el gobierno cierra los conductos organizados para transferir
fondos de EE.UU. a las llamadas ONGs, en respuesta a la resistencia de estos
"conductos" a registrarse como agentes extranjeros. Las ONGs
financiadas por EE.UU. son burdamente disimuladas "organizaciones de
fachada" que tienen un rol principal en el financiamiento y preparación de
la oposición, proveyendo entrenamiento, asesores, propagandistas y estrategas
electorales. Washington le pone la siguiente condición al financiamiento de la
fragmentada oposición: unan sus fuerzas y sigan las directivas de EE.UU.
La estrategia actual de EE.UU. del camino electoral
no excluye que en el futuro cambie a una directiva más violenta y autoritaria.
Washington piensa que la coyuntura posterior a las elecciones de octubre no es
el momento propicio para un golpe de estado; con varios puntos de acceso
disponibles, con medios de comunicación corporativos e instituciones bancarias
fortalecidas en un ambiente político relativamente estable. Washington está
preparado para maniobrar a través del proceso electoral con la intención de
ganar poder institucional para bloquear la agenda socialista del Presidente
mediante la obstrucción legislativa. EE.UU. va a cambiar de estrategia y optar
por el golpe si logra suficiente poder institucional como para fabricar un
procedimiento de "destitución" o un llamado a referéndum. La
oposición va a decir que Chávez "abusó" del poder constitucional, con
la esperanza de convertir para su causa a sectores militares
"constitucionalistas" o de la Guardia Nacional, una táctica preferida
por el Departamento de Estado en el derrocamiento de los presidentes elegidos
democráticamente de Honduras y Paraguay. En otras palabras, en la actualidad la
postura democrática adoptada por Washington y la oposición es compatible con la
toma autoritaria del poder en un futuro cercano. De hecho, en las condiciones
actuales, las tácticas electorales son un complemento necesario para un futuro
cambio estratégico de régimen usando la violencia.
Chávez en el período post electoral: Múltiples
opciones
Después de las elecciones, el Presidente Chávez ha
formulado dos respuestas aparentemente contradictorias, que reflejan dos
momentos políticos específicos. Por un lado, habla de avanzar con la agenda
socialista: por el otro, de abrir el diálogo con la oposición incluyendo a la
élite capitalista y de negocios. La postura socialista refleja el mandato
popular que recibió con el triunfo electoral reciente; la postura sobre el
diálogo apunta a las próximas elecciones locales, estatales y nacionales.
Además, Chávez enfrenta presiones internas que lo
tironean en diferentes direcciones. Los activistas radicales, los movimientos
sociales y unos pocos líderes políticos presionan por una nueva ronda de
nacionalizaciones, con objetivos políticos, económicos e ideológicos. Sostienen
que los sectores estratégicos, como la banca, el comercio agrícola, las
telecomunicaciones, las industrias relacionadas al petróleo y otras le
proveerán al gobierno con los recursos y el poder para relanzar sus planes
estancados de una diversificación rápida de la economía y un crecimiento
acelerado. Plantean además que la propiedad pública debilitará políticamente a
la base de la oposición neoliberal y cerrarán los conductos del financiamiento
de la derecha opositora por parte de Washington.
Los "moderados" sostienen que la
propiedad mixta, pública y privada, de las empresas consolidará y ampliará el
apoyo a Chávez entre las clases medias y preparará el terreno para una mayor
cooperación intergubernamental, especialmente si la oposición ganara
gobernaciones y lograra aproximarse a la mayoría legislativa. Los
"moderados" dicen que un "diálogo" entre Chávez y la
oposición basado en la idea de una alianza con sectores de la burguesía
productiva, apuntando a inversiones específicas, una mayor cantidad de crédito
y de inversiones en proyectos conjuntos ayudará a disminuir la polarización y
facilitará el diálogo con EE.UU., especialmente si Obama es reelegido. Los
"moderados" se concentran entre los funcionarios de alto nivel, los
gobernadores estatales, los ministros, líderes del partido, y entre los
asesores presidenciales, muchos de los cuales cuentan con el respaldo de los
funcionarios públicos.
Los principales problemas que enfrentan tanto los
"radicales" como los "moderados" tienen dos caras: una
política y otra económica. Políticamente, en ambos grupos hay dirigentes que no
se han desempeñado efectivamente frente a su base electoral y van a confrontar
elecciones próximamente: buscan maneras de permanecer en sus puestos, ya sea
mediante promesas radicales o haciendo coaliciones con la oposición.
Económicamente, ambas facciones, enfrentan el
profundo y generalizado problema de cómo lograr una estrategia económica
dinámica en un país esencialmente rentista. A pesar de los vastos y
progresistas cambios socio-políticos, Venezuela todavía depende en gran parte
de las exportaciones y ganancias petroleras y de una fuerza laboral dependiente
de los ingresos del petróleo para incrementar su consumo personal.
¿La posición de qué facción influirá en la postura
que tome el Presidente Chávez? Esto dependerá de qué tarea sea la prioritaria
en la implementación de la agenda socialista. Chávez busca un conjunto de
alianzas políticas para transformar Venezuela de la condición de economía y
estado rentista a un estado con una economía diversificada, productiva y
competitiva en los mercados internacionales.
Obstáculos y oportunidades para una transición
socialista
La construcción del socialismo o de una nueva
economía capitalista productiva es un proceso complejo y difícil en cualquier
economía rentista, incluyendo la venezolana.
Los ejecutivos de empresas públicas y privadas han
demostrado poseer muy poca capacidad para innovar, invertir en nueva
tecnología, buscar nichos en mercados y terminar los proyectos a tiempo. En
cambio, se recuestan en el estado rentista para conseguir contratos públicos,
subsidios, mercados internos cautivos, préstamos públicos de baja tasa de
interés y contactos políticos. Como un resultado de ello, los defensores de los
estados "mixtos", "socialistas" y "neoliberal"
hacen críticas de sus adversarios pero no ven las mismas debilidades referidas
a sus propias "agencias de desarrollo".
Durante décadas, el sector privado fue incapaz de
funcionar con sentido empresarial, confundiendo su tendencia a ganancias
rápidas, manipulando intereses diferenciales y tasas de cambio y ganancias
monopólicas con un signo de la "magia del mercado". De hecho, durante
décadas, antes de la época de Chávez, se dedicaron a extraer las ganancias del
petróleo del estado rentista para luego "invertirlas" en productos
importados, en el negocio inmobiliario nacional e internacional y en un inflado
y anticuado sector de servicios. La denuncia de la derecha neoliberal de que la
pobrísima trayectoria en inversión e innovación del sector privado es un
resultado de la postura poco amiga de los negocios de Chávez no se corresponde
con los hechos. El mismo comportamiento antiempresarial y rentista entre gente
de negocios, la banca y las élites agrícolas existió antes de la década de
Chávez. El comportamiento rentista tiene profundas raíces históricas, culturales
y económicas. La burguesía venezolana se ha adaptado desde hace largo tiempo al
estado rentista y en lugar de luchar contra él, ha optado por la complicidad,
la opción más ventajosa y fácil; exprimen las ganancias del petróleo usando
falsos "proyectos de desarrollo" que nunca llegan a nada.
La campaña reciente del derrotado candidato de
derecha Capriles, quien se proclama adepto al ex Presidente de Brasil Lula da
Silva, decía promover el desarrollo capitalista en el sector privado con el
bienestar social de una manera fundamentalmente incongruente. Capriles deja de
lado el hecho de que Lula tenía el respaldo de la poderosa burguesía industrial
de San Pablo para hacer su alianza entre ricos y pobres. En cambio, Capriles
tendría que respaldarse en una anémica burguesía rentista con poca
competitividad de capacidad productiva.
El problema del rentismo no está confinado
al pasado y al presente de la burguesía del sector privado; también se
manifiesta en el desempeño de los ejecutivos de mayor rango a cargo de las
empresas nacionalizadas. Sus fojas de servicio referidas a la producción e
innovación van de mediocres a malas: baja productividad, dependencia de los
subsidios gubernamentales y propensión a no cumplir con plazos establecidos
incrementando costos de extensión de plazos (en la construcción) al igual que
debilidades administrativas. Es difícil ver cómo el modelo chavista
"moderado" de una "economía mixta" que combine lo público y
lo privado, uniendo mentalidades rentistas, pueda llevar el país a una "economía
dinámica y productiva". Chávez tiene un material humano muy problemático
para trabajar en una transformación de Venezuela, que la aleje de la economía
rentista.
Los tratados teóricos marxistas y los postulados de
"transiciones al socialismo" que no tomen en cuenta el carácter
profundamente clientelista del capitalismo venezolano no tienen relevancia
alguna. La transformación de un capitalismo rentista en una economía productiva
moderna con una administración pública capaz de ofrecer servicios sociales es
crucial para la transición al socialismo venezolano del siglo XXI.
La reafirmación del objetivo socialista de la
Revolución Bolivariana como un fin estratégico depende en primer lugar de hacer
responsables a todos los ministerios y funcionarios ante las bases que usan sus
servicios, dándole poder efectivo a los concejos de ciudadanos y comités de
supervisión capacitados profesionalmente. Los abusos, la corrupción, las
ineficiencias, la provisión defectuosa o inexistente de servicios son problemas
crónicos, con alto costo político y representan una burla de los proyectos
socialmente progresistas prometidos por el Presidente Chávez. La
"renovación" y el reemplazo periódico de ministros, civiles por
militares, solo puede proveer en el mejor de los casos un alivio temporal: pero
en condiciones de falta de control del poder, la cultura y mentalidad rentista
rápidamente recupera su lugar con la misma conducta disfuncional. La
supervisión ciudadana provista del poder de sancionar a los funcionarios que no
cumplan representa una herramienta de corrección más constante.
El centralismo de una administración deficiente
conlleva enormes consecuencias políticas; probablemente representa más de la
mitad del voto popular minoritario que se fue en apoyo a la oposición. Es un
error atribuir el 45% del voto a la oposición como un llamado a regresar al
neoliberalismo: de hecho representa un voto de protesta de los simpatizantes de
Chávez contra los funcionarios gubernamentales que administraron mal los fondos
y que nombraron a amigos incompetentes del partido. Fue un voto en contra de
los ministros que gastaron miles de millones pero no supieron mantener el flujo
de petróleo, de electricidad ni de agua. Por sobretodo, el voto de protesta
antichavista, fue una respuesta a los Ministerios del Interior y de Defensa,
civiles o militares, que fracasaron en la reducción de los índices de
delincuencia -en las calles, en el ámbito privado y en las oficinas públicas.
La elección de concejos de control ciudadano
representarían una "revolución dentro de la revolución" porque
permitirían un mayor nivel de control y de implementación de algunas de las
iniciativas del Presidente Chávez. El proceso podría dar como resultado cambios
crecientes en el nivel micro, mejorando los servicios públicos y acelerando la
tramitación de permisos públicos -lo que ciertamente sería una mejora con
respecto a propuestas estruendosamente revolucionarias que no tienen
seguimiento (que no son concretadas) y sirven únicamente para multiplicar la
cantidad de funcionarios a expensas del erario público. El aumento de la
cantidad de funcionarios solo multiplica los trámites (firmas, sellos, pagos y
demoras) e incrementa los votos de protesta. El peligro para Chávez y el PSUV
no solo proviene de la desestabilización causada por EE.UU. a través de sus
clientes locales sino también a nivel barrial. La erosión del PSUV proviene de
los miles de abusos diarios de los funcionarios de "camisa roja" que
acumulan pilas de reclamos ciudadanos mientras se liman las uñas, disfrutan de
almuerzos de dos horas (debatiendo la "próxima etapa de la
revolución" o la "estrategia de consolidación versus la estrategia de
radicalización") mientras la gente con peticiones se aglomera alrededor de
los ministerios.
La responsabilidad del Presidente
El Presidente Chávez ha hecho maravillas en la
politización y en la educación cívica de los ciudadanos venezolanos como lo
pone de manifiesto la concurrencia masiva a las urnas del 80% de la población.
Ningún presidente en la historia de Venezuela (o para el caso en la historia de
EE.UU.) ha hecho más en la creación de un sentido de identidad nacional. Ha
defendido al país con valentía e integridad. Ha preservado y fortalecido las
instituciones democráticas contra los intentos desestabilizadores y destructores
del orden institucional de EE.UU. y sus socios subalternos. El Presidente
Chávez ha creado una vasta red de ayuda social que sacó de la pobreza a
millones de personas, eliminó el analfabetismo y proveyó un sistema de salud
pública universal y gratuito. El gobierno de Chávez ha implementado programas
internacionales de ayuda económica proporcionando petróleo a precios reducidos
a países pobres de América Central y el Caribe. Sin embargo, en el 2012 tuvo
que enfrentar nuevos desafíos: la batalla por una revolución dentro de la
revolución en un contexto complejo y difícil. Las economías rentistas presentan
numerosos obstáculos para desarrollar una economía productiva y participativa
basada en una clase obrera activa, una clase empresarial innovadora y emprendedora
y una clase media socialmente conciente. La mayoría de las clases sociales
venezolanas apoyan a un presidente socialista pero, fundamentalmente sobre las
bases del incremento del consumo individual y el gasto social. Los militantes
políticos son ardientes defensores del socialismo en las calles pero en sus
puestos de trabajo su comportamiento es más similar al de sus predecesores
neoliberales.
Chávez debe caminar sobre una línea muy fina entre,
por un lado renovar el sistema administrativo en su totalidad y transformar la
economía rentista y, por el otro lado, financiar e implementar programas
sociales en el corto plazo que le garanticen resultados favorables en las
elecciones de los próximos cuatro meses para ganar escaños en el Congreso y a
nivel gubernamental. La definición de las tareas correctivas de la campaña es
bastante clara y sencilla pero la implementación implica un costo político
importante.
La lucha contra el amiguismo (en los ámbitos
público y privado), la corrupción, la ineficiencia, el autoritarismo y la
incompetencia requiere: 1) comités de control ciudadano, 2) fortalecimiento y
capacitación de los concejos municipales, 3) establecimiento de procesos
judiciales y legales eficientes para investigar irregularidades administrativas
en plazos aceptables, 4) instauración de institutos técnicos y empresariales
para identificar y diseñar proyectos de manufactura e industria que utilicen
recursos locales conectados con la industria petrolera, 5) creación de
industrias basadas en el petróleo (plásticos, químicos, fertilizantes, etc.).
Las intervenciones políticas de Chávez deben priorizar las cuestiones
nacionales, como la seguridad pública, la eficiencia económica y la
participación de los trabajadores. Debe poner el énfasis en hacer una conexión
entre el consumo social con la actividad productiva, el poder popular con una
cooperación efectiva en el cumplimiento de la ley a nivel local.
Por sobretodo, Chávez debería controlar los
sectores económicos estratégicos -al nivel de toma de decisiones- en particular
del complejo financiero-bancario. La preocupación del gobierno debería
enfocarse en incrementar las inversiones en un vasto rango de nuevas industrias
derivadas del petróleo. Las bases sociales del "Socialismo
Bolivariano" deben desplazarse de una conciencia de consumidores a una
conciencia productiva, de la ayuda social desde arriba a la solidaridad de
clase y productividad desde abajo.
Hoy algunos marxistas que reclaman mayor
participación de la clase obrera a nivel gerencial o control administrativo
subestiman la conciencia económica limitada de clase -el deseo de incrementar
los salarios y los beneficios sociales independientemente de la productividad.
La democracia en el lugar de trabajo debe estar vinculada con la misión más
amplia de transformar a Venezuela de un país con economía rentista a un país
con una economía moderna, productiva y diversificada. Si eso no sucede, la
militancia de la clase trabajadora, atada a la mentalidad consumista-rentista
se convertirá en el mayor obstáculo de la transición al socialismo.
El socialismo, como entiende el Presidente Chávez a
la profundización y expansión del poder popular, requiere un giro de los
mega-proyectos, especialmente internacionales y multinacionales- a múltiples
micro-proyectos, bien administrados e implementados, bajo el control de los
trabajadores y ciudadanos, y ejecutados con una disciplina estricta, con guías
y cronogramas.
La despolitización en los nombramientos de puestos
que requieran alto grado de capacitación técnica implica que algunos buenos
para atraer votos no sean necesariamente los mejores administradores. En la
actualidad la eficiencia de costo no se toma en consideración en la
construcción de un sistema de transporte evaluado en miles de millones ni en la
organización de un sistema de carreteras, si esto sirve para ayudar a elegir a
un alcalde o a un gobernador.
La socialización de la economía puede privar a la
oposición de un respaldo financiero estratégico, pero eso tiene que ser
evaluado teniendo en cuenta cuán efectivamente la banca o las empresas públicas
se desempeñarán y mejorarán la vida diaria, las actividades económicas y el
empleo de la gente en general. Una empresa pública mal administrada -en el
sector alimenticio, por ejemplo- puede hacer más daño a una estrategia
socialista que una empresa privada bien regulada y funcional. En otras
palabras, la socialización debería avanzar acorde con el grado de capacidad del
estado (o si este se halla en el proceso de desarrollar esa capacidad) para
administrar las empresas, como lo señaló Lenin en su ensayo "Mejor pocas
pero mejores".
La seguridad pública e individual, incluyendo la
propiedad privada, es integral al desarrollo del socialismo (y no
es una característica externa o marginal de este). Cifras incalculables de
miles de millones de dólares se pierden anualmente a causa de la delincuencia:
el miedo, la intimidación, medidas de seguridad privada, limitaciones de
movimiento y tiempo, todo tiene un precio. Hasta ahora el sistema de seguridad
de Venezuela ha sido desparejo: con un, generalmente, alto nivel de desempeño
en la seguridad de las fronteras, conteniendo amenazas externas y protegiendo
las instituciones democráticas; y con un bajo nivel con respecto a la
delincuencia callejera, guerras entre pandillas, delitos de guante blanco y
sabotaje y/o negligencia de instalaciones petroleras y eléctricas
fundamentales.
La prevención del delito implica convertir a las
multitudes electorales en una red nacional de luchadores contra la delincuencia
de comunidades locales respaldadas y protegidas por Fuerzas Especiales de
respuesta rápida entrenadas en guerra urbana contra el delito. Los asesores de
inteligencia cubana pueden ser expertos en la lucha contra el terrorismo
político pero, hoy en día, una ola de delincuencia urbana sin precedentes tiene
un efecto devastador en las ciudades. Esto pone de manifiesto la necesidad de
operaciones de inteligencia a gran escala contra los líderes de las pandillas y
sus cómplices entre los hombres de negocios y los políticos y los que hacen
lavado de dinero. Los programas de ayuda social, educativos y de empleo no han
sido suficientes para parar la espiral de delincuencia. La delincuencia no
surge solo de la marginalización social sino también de una mentalidad
rentista, en la que el consumismo, basado en la violencia y en la
apropiación de los recursos económicos, es considerada como la vía más rápida
de movilidad social. La mayoría de los delincuentes son depredadores de la
clase trabajadora. Si la clase trabajadora representa las bases de una
transición socialista, entonces, si se invirtiera todo el poder del estado en
hacer cumplir las leyes se estaría haciendo una defensa esencial del socialismo
-y se daría un paso adelante para ganar el respaldo de importantes sectores de
la clase media. La delincuencia callejera está íntimamente ligada a sus
cómplices en la función pública, incluyendo altos funcionarios policiales y
judiciales, algunos de los cuales dicen ser "chavistas fervientes".
No hay duda de que una reestructuración global de la
seguridad interna será atacada por los medios corporativos respaldados por
EE.UU. como una muestra del "autoritarismo" de Chávez (por la misma
oposición que hoy vocifera contra "la Caracas sin ley, donde reina la
delincuencia"). Sin embargo, si las ciudades fueran más seguras para sus
ciudadanos, con procedimientos dentro del marco constitucional, el resultado
será inmensamente popular y habrá réditos políticos y económicos.
Notas finales en lugar de una conclusión
La transición venezolana al socialismo es un
"proceso abierto" con enormes factores positivos y con formidables
obstáculos. La tremenda fuerza de esta dinámica le dio una visión de futuro al
liderazgo del Presidente Chávez y de su extenso ejército de simpatizantes
populares y de militantes comprometidos; y los serios desafíos derivados del
legado de una economía rentista que impregna a la clase dirigente y hasta
cierto grado en las masas populares en general.
Mientras el gobierno avanza hacia el socialismo es
una responsabilidad de sus líderes explicar en detalle el criterio que se
aplicará en la socialización de las empresas, de definir las "reglas del
juego" -básicamente qué sectores empresariales y económicos no serán
expropiados; qué márgenes de ganancia son aceptables; qué sectores serán destinados
a la socialización, a la formación de empresas mixtas, de empresas de
autogestión obrera o de propiedad privada.
Criterios para la socialización de empresas
Sabotaje político: Los propietarios que
desinvierten (hacen vaciamiento) o que se niegan a satisfacer la demanda,
acaparan o que, adrede, bajan el nivel operacional con el fin de erosionar la
política pública y crear descontento social.
Conflicto social: Las empresas capitalistas que se
niegan a respetar las leyes laborales o participar de negociaciones colectivas
con los sindicatos o que despiden a trabajadores arbitrariamente provocando
huelgas obreras y patronales. Estas empresas deben ser socializadas y
administradas por un equipo conjunto de trabajadores, consumidores e
ingenieros.
Ideología: Las empresas que se identifican con la oposición y
que colaboran con los grupos que sirven de fachada a EE.UU.; empresas en las
que los objetivos políticos priman sobre los económicos podrían ser
intervenidas.
Sectores estratégicos: Los sectores y empresas clave
que tienen un rol determinante en la economía, como el sector bancario,
financiero y de comercio internacional deberían ser socializados para que los
funcionarios públicos tengan las herramientas necesarias para retener el
superávit económico que permita fomentar el crecimiento de nuevos sectores:
sectores socialmente estratégicos, de la industria petrolera y la producción de
alimentos. Las pequeñas y medianas empresas innovadoras no deberían ser
socializadas.
Estos criterios no abarcan a todos los sectores
posibles pero cubren a los que forman parte de una transición socialista,
siempre y cuando el estado posea la capacidad de administrarlos. No se
debería socializar ninguna empresa que vaya a ser gestionada por funcionarios
mediocres e incompetentes o líderes sindicalistas que las lleven a la ruina.
El socialismo no es una carrera para ver cuántas empresas pueden ser
nacionalizadas en un corto plazo. Cuando el estado tiene una capacidad limitada
hay varias alternativas.
Intervención, regulación e impuestos estatales: Para garantizar el cumplimiento
de las leyes laborales, de que las ganancias sean distribuidas equitativamente,
de que los empleadores incrementen el consumo social; de que los obreros
reciban capacitación y de que haya innovaciones tecnológicas.
Comisiones de producción basadas en la
participación de los trabajadores: Para "supervisar la contabilidad" de las
empresas y proveer información a los obreros sobre las negociaciones laborales
colectivas.
Empresas mixtas con capitales públicos y privados:
Para sacar provecho de las destrezas técnicas y de mercadeo de los capitalistas
productivos bajo la guía social de administradores del sector público y obrero.
Planificación de objetivos de producción
obligatorios y voluntarios: Las pequeñas y medianas empresas del sector privado no deben ser
socializadas, especialmente aquellas empresas que provean servicios esenciales
y actividades de entretenimiento a nivel masivo. Venezuela no debe hacer lo que
hizo Cuba en 1968, con resultados desastrosos, al cerrar miles de empresas
privadas que el Estado no tenía la capacidad de reemplazar. Tampoco debería
implementar una política similar a la de Cuba de 1970 de exportación
"especializada" de productos a mercados restringidos (el bloque
soviético).
Venezuela necesita crear empresarios y
tecnócratas emprendedores en el sector público al igual que militantes
trabajadores con una conciencia crítica de clase para el sector
productivo. La administración es clave para el éxito de una "transición al
socialismo" porque Venezuela está profundamente inmersa en el mercado
global, el que ofrece grandes oportunidades favorables al igual que obstáculos.
El Estado debe invertir en escuelas tecnológicas y administrativas que desarrollen
y apliquen criterios socialistas de producción, mercadeo, innovación,
financiamiento y contabilidad. Debería evitar el uso de "modelos"
basados en la filosofía del mercado libre, propagada por los libros de texto de
EE.UU. y por los manuales de la era soviética. Se deberían incentivar textos
que apliquen críticamente los escritos marxistas a las particularidades de una
economía rentista y que promuevan el liderazgo transformador, la participación
obrera en la planificación y la autonomía relativa de las empresas.
Panorama general: Desafíos y oportunidades
La transformación de una economía y una sociedad
rentista en una economía socialista diversificada y productiva es un proceso
difícil, complejo y prolongado. Las economías rentistas son generalmente
enclaves de alto grado de consumo que atraen renta y están rodeados por
capitalistas financieros, inmobiliarios y 'compradores' (importadores) y élites
burocráticas con salarios exagerados. El negocio agro-industrial transfiere
ganancias de la producción a los sectores rentistas hegemónicos conservando su
carácter reaccionario.
El Presidente Chávez ha llevado a cabo una exitosa
lucha política al transferir una proporción importante de la renta hacia el
consumo popular masivo y al establecer un contexto político e ideológico en el
cual se enmarcan los vastos programas de consumo social. También ha tomado
control del sector clave (petróleo) de la economía rentista. Pero el conjunto
del aparato parasitario de los sectores económicos relacionadas con el sector
clave sigue intacto y próspero: las ganancias del sector financiero, bancario,
inmobiliario e importador son enormes. La diversificación basada en la creación
de un nuevo conjunto de empresas productivas relacionadas con los productores
rentistas aún no se ha materializado. Pero su creación es la tarea central de
un proceso digno de llamarse transición al socialismo. Hasta ahora la clase
trabajadora, fuera del sector extractivo, es muy limitada en tamaño ,y su
militancia está conectada al consumo más que a una conciencia de clase.
Venezuela ha promovido la formación de la
conciencia de clase en pos de una clase trabajadora socialista -que no sea
dependiente de la renta, de las campañas electorales ni de las huelgas por
reivindicaciones inmediatas. Actualmente, la lucha de clases entre la burguesía
y los trabajadores gira en torno al reparto de la renta y de los puestos
en el estado burocrático y rentista.
El Presidente Chávez ha logrado avanzar en el
control del enclave productor de renta y en la movilización masiva de los ciudadanos
a lo largo de una década de triunfos electorales. El mayor desafío estratégico
actual es convertir esos éxitos políticos, económicos y de política exterior en
una economía política que sea productiva, socialista y participativa. Es
necesario una transformación total del PSUV y del Estado desde la base hacia
arriba. Venezuela debe hacer un giro drástico hacia la capacitación innovadora
en tecnología y marketing dejando de depender en los "leales al
partido" y en los burócratas que cumplen horario.
El ideal es la creación de cuadros que sean
"rojos" y "expertos", en lugar de tener que elegir o por lo
uno o por lo otro.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso
del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su
libertad para publicarlo en otras fuentes.
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