¿Son más poderosas las corporaciones que las naciones?
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REALIDAD
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Por DAVID UGARTE
¿Son más poderosas las corporaciones que las naciones?
Más que en una democracia es posible que vivamos ya en una corporatocracia: Apple tiene más dinero que Argentina, Goldman Sachs más poder que Grecia. ¿Trabajan los gobiernos, fachadas burocráticas facilitadoras, para las corporaciones?
Recientemente se dio a conocer que Apple
ha rebasado un valor de capitalización de 500 mil millones de dólares,
algo que solamente han logrado alcanzar en su momento Microsoft, Exxon
Mobil, Cisco y General Electric. Esta cifra pone a Apple por encima de
países enteros en lo que se refiere a su poder económico y sugiere una
tendencia que ya ha sido esbozada en las teorías de conspiración y en
las novelas de ciencia ficción: que las corporaciones serán (o son ya)
los verdaderos amos del mundo.
El capital de Apple actualmente supera al
Producto Interno Bruto de países como Grecia (312,042 mdd), Argentina
( 435,179 mdd), Polonia, Bélgica, Suecia, Arabia Saudita y Taiwán.
El éxito boyante de Apple y de algunas
otras corporaciones está sustenado, por supuesto, en el libre mercado y
en la globalización que les permite manufacturar productos a bajos
costos y venderlos en todo el mundo a costos elevados: se calcula que fabricar un iPhone cuesta entre $12 y $30 dólares,
los obreros, muchos de ellos niños ganan, $1.78 dólares la hora o
menos, pero este supergadget se vende entre $200 y $400 dólares en
Estados Unidos y llega alcanzar hasta los $1000 dólares en algunos
países. Como hemos publicado aquí y aquí,
algunos de los efectos colaterales del libre mercado son una versión
moderna de la esclavitud, la cual poca mella parece hacerle al imperio
de marketing de Apple.
violan. Podríamos decir que los gobiernos a fin de cuentas trabajan para los intereses de las corporaciones: son fundamentalmente la forma en la que estas (supra)entidades pueden incrementar sus ganancias sin depender de la vicisitudes de la economía de un país.
Tenemos como ejemplo el caso de las
guerras en Estados Unidos y sus países aliados. Aunque estas guerras han
sido un pésimo negocio para los ciudadanos comunes y corrientes, los
grandes contratistas militares, las petroleras, los bancos (HSBC tomó control del banco central de Irak)
y demás compañías de seguridad y tecnología se han visto enormemente
beneficiadas por estas empresas bélicas, que desde el bien común son
actos irracionales. Existe un patrón: corporaciones como Haliburton,
Lockheed Martin o Blackwater (hoy Xe Services), entre otras, todas
tienen altos ejecutivos que han tenido puestos —o mantienen relaciones
cercanas— en los más altos niveles del gobierno de Estados Unidos. Tal
vez esto nos ayude a entender por qué se montan gigantescas campañas (o
eventos de falsa bandera) para influir en la opinión pública y aun
cuando estas no logran funcionar del todo, de todas formas se dirige una
nación a la guerra: para el beneficio de una bien aceitada red de corporaciones.
Se nos ha adoctrinado
—esto sucede especialmente en Estados Unidos— con un sentido patriótico
de pertenecer a una nación y a una serie de valores un tanto abstractos
que nos otorgan unidad y una especie de fraternidad por la cual incluso
es justo morir. La defensa de estos valores, de esta identidad
colectiva, es lo que sustenta involucrar a cientos de miles de personas
en una guerra a decenas de miles de kilómetros para matar a cientos de
miles de personas que no conocen. Todo por un símbolo un tanto ilusorio.
Pero más allá de que exista toda una superestructura ideológica —la
libertad, la democracia o la guerra santa cristiana o islámica— que
fundamente una guerra, habría que ponernos a pensar si en muchos casos
estos fundamentos no son mecanismos de control mental, propaganda viral
con las que comulgan las masas y los soldados y quizás algunos
políticos, pero que para las personas que verdaderamente influyen y se
benefician con la decisión de iniciar una guerra son solamente
estrategias de marketing. ¿Qué será más importante para Dick Cheney y
Donald Rumsfeld? ¿Los millones de dólares que obtienen con estas
políticas o los valores americanos y la palabra del Señor? ¿Acaso cuando
lanzan una ofensiva militar a Irak o a Afganistán están pensando en el
pueblo estadounidense más que en sus amigos?
Para algunos conspiracionistas los altos
mandos de los gobiernos del mundo están controlados por una especie de
religión secreta. Difícil saberlo. Pero también podría ser que su
religión, como parece connotar el “In God We Trust” del billete de un
dólar, se ha fusionado con el dinero.
Como tenemos el caso de las guerras,
también tenemos el caso de los bancos y las burbujas financieras. La
crisis financiera del 2008 significó para millones de personas un
colapso en sus finanzas personales. Pero no para los bancos: cifras dadas a conocer por Bloomberg muestran
que los grandes bancos recibieron un rescate 7,77 billones de dólares.
Mientras el ciudadano promedio veía como se encogía su cuenta bancaria,
los seis bancos más grandes de Estados Unidos (Goldman Sachs, Citibank,
Bak of America, JP Morgan, Wells Fargo y Morgan Stanley) atravesaron la
crisis financiera con un crecimiento fabuloso: de 6.8 billones de
dólares en activos en el 2006 pasaron a 9.5 billones de dólares en el
2011. La verdadera cantidad de dinero que la Reserva Federal inyectó a
los bancos fue ocultada por el ahora Secretario del Tesoro Timothy
Geithner, según los mismos documentos declasificados de la Reserva
Federal.
¿Cómo
logran los bancos esta imunidad a la crisis? Por una parte son ellos
mismos los que la provocan y de manera relacionada son ellos mismos los
encargados de decidir cómo se resuelve la crisis: crean el problema (el
caos) y luego reestablecen el orden. El caso más emblemático es el de
Goldman Sachs. Este banco responsable en buena medida de la crisis
inmobiliaria y uno de los grandes beneficiarios del rescate, ha
colocado a sus ejectuvos consistentemente en los puestos más altos del
gabinete económico de Estados Unidos, desde Rick Rubin a Larry Summers y
Hank Paulson. Algo similar ha hecho con la crisis en Europa, donde los
puestos de los primeros ministros de Grecia e Italia y el presidente
del Banco Central Europeo son ahora ocupados por Lucas Papademos, Mario
Monti y Mario Draghi, los tres con un pasado laboral común: todos
trabajaron para el gigante financiero Goldman Sachs. Draghi fue
vicepresidente para Europa de la firma entre 2002 y 2005, Monti es
consejero internacional desde 2005 y Papademos operó cuando fue
presidente del Banco Central Helénico (1994-2002) donde se le acusa de
perpetrar un fraude que terminó beneficiando a Goldman Sachs.
Ya lo decía Thomas Jefferson:
Creo que las instituciones bancarias son
más peligrosas para la libertad que los ejércitos. Si el pueblo
estadounidense alguna vez permite que los bancos privados controlen la
emisión de divisas, primero a través de la inflación, luego de la
deflación, los bancos y las corporaciones que crecerán alrededor nos
despojarán a la gente de su propiedas hasta que los niños se despierten
sin hogar en el continente que sus padres conquistaron.
No es nuestra intención aquí evocar un
sentido patriótico, sino distinguir que esta tendencia ha sido patente
desde hace 200 años.
Evidentemente existen matices y es una
exageración pensar que las coproraciones son malignas o que deben de ser
abolidas sistemáticamente, sin cortapisas. Es también iluso pensar que
dejarán de existir y tener un gran poder. Pero por otro lado recordamos
la definción de Mussolini: “El fascismo debería de ser llamado
corporativismo porque es la fusión entre el estado y el poder
corporativo”. Esta fusión parece haberse dado, la diferencia con el
fascismo de Mussolini o de Hitler es que actualmente los estados están
al servicio de las corporaciones, cuando en esos casos las
corporaciones estaban al servicio de estados totalitarios.
En su novela Snowcrash, Neal
Stephenson imagina un mundo donde las corporaciones han constituido sus
propios estados-nación y cobran a los ciudadanos por el servicio de
poder vivir en su territorio. La CIA es la Central Intelligent
Corporation y la Libería del Congreso es una especie de Apple Store.
¿Sucederá esto en un futuro cercano? ¿O será más cómodo para las
corporaciones seguir manteniendo la fachada de los gobiernos para que
éstos hagan el trabajo sucio por ellas?
Twitter del autor @Alepholo
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