Congreso de Angostura: El legado político más preciado del Libertador


Prensa PSUV.- Tengamos la humildad de reconocer que somos cotidianas consecuencias de la cadena de sucesos heroicos de nuestra historia, y que para ser dignos de la misma, debemos revivirla emulando la misma conciencia con que en el pasado, los grandes de nuestra patria se preocuparon por el bienestar de nuestro presente.
El 15 de febrero de 1819, Bolívar instaló el segundo congreso constituyente de Venezuela. Era una nación distinta, que sufría las consecuencias de la guerra independentista y la fragilidad de sus instituciones. La población de Angostura había descendido a menos de la mitad en comparación con los 6.600 habitantes del año 1800.
Hasta ese momento solo se había contado con el anterior Congreso Republicano de Venezuela, vigente desde 1811 hasta 1812, y se buscaba un modelo político que se ajustara completamente a la nueva república. Existían otros documentos que antecedieron el Congreso de Angostura, como la Declaración de la República de Venezuela, en la que ya Bolívar planteaba una especie de segunda declaración de independencia a los ojos del mundo ante el riesgo de la intervención de la Santa Alianza. En la misma Bolívar logra ratificar la emancipación de la nación española constituyendo un Estado independiente, libre y soberano, por derecho divino y humano, que jamás trataría con España sino de igual a igual tanto en la paz como en la guerra.
Se necesitaba un instrumento jurídico de mayor peso y la arquitectura de un nuevo modelo político que permitiese hacer respetar a Venezuela como una nación libre, independiente y soberana. Ya para el 1 de octubre Bolívar iniciaba la campaña de Angostura, al presentarse ante el Consejo de Estado, sugiriendo el nombramiento de una comisión especial que redactase un proyecto para un nuevo modelo de elecciones populares, lo que a la postre sería el primer precedente de las elecciones directas en Venezuela. Aquel 22 de octubre se convocan a elecciones y la mañana del 15 de febrero de 1819 se instala el Congreso de Angostura con la presencia en su sesión inaugural de 26 de los 30 representantes ya electos.
¨Legisladores, yo deposito en vuestras manos el mando supremo de Venezuela¨
Bolívar llega al Congreso a las 11 de la mañana entre aclamaciones populares y salva de cañonazos. Su discurso se convierte en una reflexión política de eterna vigencia. Haber planteado en la Venezuela de 1819 la inconveniencia de la aplicación de modelos foráneos para la edificación de la nueva república, y presentado una propuesta de un Poder Moral, argumentando que moral y luces eran nuestras primeras necesidades, demostraban la visión hemisférica de su discurso político. Pero Bolívar va más allá, y aboga por la Nueva Granada, una gran patria que reuniría el voto de los pueblos hermanos. Era un proyecto ambicioso, aunque había confianza y esperanza en su corazón de que algún día sería posible. Bolívar presenta su renuncia, aún cuando persiste la amenaza de intervención del imperio español. No obstante, en una lección moral a sus conciudadanos se despoja del poder para que inicien las funciones del nuevo poder legislativo. Diría entonces, en un discurso que se prolongó durante una hora:
“Al transmitir a los representantes del pueblo el Poder Supremo que se me había confiado, colmo los votos de mi corazón, los de mis conciudadanos y los de nuestras futuras generaciones, que todo lo esperan de vuestra sabiduría, rectitud y prudencia. Cuando cumplo con este dulce deber, me libero de la inmensa autoridad que me agobiaba, como de la responsabilidad ilimitada que pesaba sobre mis débiles fuerzas. Solamente una necesidad forzosa, unida a la voluntad imperiosa del pueblo, me habría sometido al terrible y peligroso encargo de Dictador Jefe Supremo de la República (…) Vuestro es ahora el augusto deber de consagraros a la felicidad de la República”
Sabe de los peligros persistentes y ve en la unificación a través de la Nueva Granada el reto histórico de materializar la hermandad de nuestros pueblos, su contagiosa utopía todavía nos exige atender esa perspectiva colosal cuando dice:
“ La suerte de la guerra ha verificado este enlace tan anhelado por todos los Colombianos; de hecho estamos incorporados. Estos pueblos hermanos ya os han confiado sus intereses, sus derechos, sus destinos. Al contemplar la reunión de esta inmensa comarca, mi alma se remonta a la eminencia que exige la perspectiva colosal, que ofrece un cuadro tan asombroso”
En el final de su discurso reitera la culminación de sus funciones y el inicio de los deberes de los legisladores. Han pasado 193 años desde entonces. La Casa de Angostura, recuperada por la revolución, abre sus puertas para recibir a la actual Asamblea Nacional, y ello nos obliga a preguntarnos como pueblo, ciudadanos, legisladores y sobre todo revolucionarios, qué podemos hacer para dar fiel cumplimiento a los sueños de quienes se atrevieron a dar nacimiento a la República. Somos herederos de aquel Congreso y responsables de emular su lucha para nuestros venezolanos del mañana y para los pueblos de la Gran Colombia.
El mensaje del 15 de febrero de 1819 quedó grabado para la eternidad. Y con ayuda del Correo del Orinoco, las palabras han sobrevivido las calumnias del tiempo. Andrés Roderick, editor del periódico que sería la artillería del pensamiento de la época, analiza el discurso de Angostura sin miedo alguno de manifestar su admiración por el Libertador. No era un periódico atado a los intereses económicos como los de nuestros tiempos, pues Roderick con argumentos contundentes afirmaba que Bolívar demostraba tener ideas para la novísima etapa que adelanta Venezuela. Decía de Bolívar por su discurso de Angostura lo siguiente:
“Un Héroe que ha renunciado a una brillante fortuna y a todas las ventajas de un ilustre nacimiento para ponerse a nivel de sus esclavos, proclamarlos libres y llamarlos hermanos. Que se ha expuesto a todos los peligros y sufrido todas las privaciones, que no respira y que no vive sino para su Patria (…) ¿no presenta uno de los más bellos espectáculos que vio jamás la sociedad humana?”.
Aquí, a vuestra disposición, algunos de estos pensamientos de avanzada, creaturas de Su Excelencia:
- “¿No dice el Espíritu de las Leyes que éstas deben ser propias para el pueblo que se hacen? ¿Qué es una gran casualidad que las de una nación puedan convenir a otra? ¿Que las Leyes deben ser relativas a lo físico del país, al clima, a la calidad del terreno, a su situación, a su extensión, al género de vida de los Pueblos? ¿Referirse al grado de libertad que la Constitución puede sufrir, a la Religión de los habitantes, a sus inclinaciones, a sus riquezas, a su número, a su comercio, a sus costumbres, a sus modales? ¡He aquí el Código que debíamos consultar, y no el de Washington!”
T/ David Medina