A 27 años de la siembra de Alí Primera, el cantor del Pueblo


Prensa YVKE.- Cuando tenga los cuatro metros bajo mi tierra liberada, quiero que mis camaradas me despidan con canciones, flores rojas, puño en alto, y que me prometan seguir luchando por la alborada, que también es camarada”.
Sí hoy estuviese terrenalmente vivo el gran cantautor Alí Primera ; diría que fue un profeta. Su música no fue letra muerta. El canto tuvo razón de ser y hoy más que nunca vive en cada una de las luchas revolucionarias de esta época.
“El yanqui teme a la Revolución que tu te levantes América Latina Obrera, “La tristeza de mi pueblo será convertida en fuerzas, “La patria es el hombre” por querer nombrar una de esas canciones que el tiempo no pudo borrar.
Aquella madrugada del 16 de febrero de 1986 el cielo reclamó el canto de Alí, fue la Autopista Valle Coche testigo de un infortunio de la vida que se llevó consigo sólo su cuerpo ya que su alma y su espíritu siguen en los “techos de cartón”, en el corazón de niños, niñas, adolescentes, jóvenes, adultos que tararean su legado.
Las nuevas generaciones han tomado su canto del cantor del pueblo como bandera para luchar por la democracia participativa y protagónica que hoy reina en nuestro país.
La siembra de Alí …Y fui llenando con flores a mi fusil de poemas y afiné la puntería del canto contra las bestias. Fui sumando corazones para vencer madrigueras al llenarme los rumores del volantín cuando vuela. Yo amarré los recuerdos al árbol de la noche y fui en busca del sol…”
Hoy ya todo está escrito sobre su muerte. En una entrevista a su amada esposa , Sol Musset comentó que su último conciento fue en Maracaibo estado Zulia el 12 de febrero de 1985, día de la juventud .
El 14 de febrero fue a buscar a Sol que estaba en casa de sus padres para con ella compartir el día de los enamorados. El 15 en la mañana llevó a Sandino, Servando y Florentino a la fiesta de carnaval del colegio. Esa misma mañana, mientras Sol le acomodaba su cabello, él quiso cortarse uno de sus rulos para entregárselo a su hija mayor, María Fernanda, mientras lo hacía pronunció las siguientes palabras: “toma, hija, por si acaso algún día tu padre ya no está contigo”. Además, Alí le dio instrucciones a su esposa de cómo hacer algunas cosas que en casa acostumbraba a realizar él.
Al mediodía hizo una sopa de papas, que era lo único que tenían en casa porque no había podido cobrar, y con eso quiso alimentar al pequeño Juan Simón de tres meses. “Nunca se me va a olvidar que encontré a mi esposo dándole sopa de papa al bebé y le dije que no lo hiciera, porque eso le iba a caer mal, que yo le daba pecho y, sin embargo, Alí me respondió ‘no has comido bien’. Insistí, diciéndole que había tomado suficiente agua, pero mi amado cerró aquella conversación con un ‘Déjame hacerlo, así cuando crezca le dices que su papá le preparó y dio su primer plato de sopa’”, relata Sol Musset con sus ojos entristecidos.
Alí se fue de su apartamento cuando ya eran alrededor de las siete de la noche, pero vaciló varias veces antes de irse. “Me dijo: ‘vamos a despertar al carajito (Juan Simón), juego con él un rato y me voy’, pero no quise porque me lo iba a dejar todo embochinchado y después yo solita tenía que lograr que se durmiera nuevamente y tenía mucha ropa para planchar. Sin embargo, me arrepiento de no haberlo dejado hacer lo que quería, porque lo de la ropa se podía haber hecho después”, confiesa Sol.
“Ese día lo acompañamos hasta la puerta. Su niña Maria Fernanda le llevó la guitarra, Sandino el cuatro, Servando el maletín y yo cargaba entre mis brazos a Florentino”, precisa.
“Mi vida, te amo. Mis hijos, los quiero”, con estas palabras Alí primera se marchó de su hogar y en la madrugada del 16 de febrero de 1985 un fatídico accidente en la Valle-Coche de Caracas acabó con su vida.