ISRAEL : ¿El país que tiene un ejército o el ejército que tiene un país?
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REALIDAD
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Por DAVID UGARTE
¿El país que tiene un ejército o el ejército que tiene un país? |
VS 0 | | sección: web | 22/12/2011 por VIENTOSUR |
Carmen Rengel, desde Jerusalén (Periodismo Humano) |
Israel, su
ejército y su pueblo son tres realidades ensambladas a fuego en una sola.
Imposible separarlas. Nacieron juntas, se forjaron juntas y juntas siguen,
aunque
cada vez se levanten más voces que reclaman una separación de poderes
efectiva
que haga de Israel un país con ejército, como en el resto del mundo, y
no un ejército
que domina un país. La milicia está presente en cada parcela de
la sociedad local,
desde el Gobierno y el Parlamento, compuesto por numerosos
ex militares de carrera
y donde la voz de un jefe de Estado Mayor influye más
que la de un ministro, hasta la
calle, donde los chicos que cumplen el servicio
militar obligatorio pasean de uniforme, de excursión, o van de fiesta con
minifalda y fusil, obligatorio no perderlo de vista durante la instrucción.
Coches con pegatinas, camisetas como souvenir y como prenda diaria,
llaveros o
carpetas caquis para el colegio son algunos de los signos evidentes del
orgullo
del país por sus Fuerzas Armadas, hechas con el esfuerzo de abuelos, padres,
hijos,
nietos… “Israel es, simplemente, una sociedad militarizada”, reconocía al poco
de nacer el estado su primer jefe de Gobierno, David Ben Gurion.
Eli Karmon, experto en terrorismo y ex asesor de Defensa del Gobierno israelí, lo justifica
con un argumento simple: “Israel está rodeado de naciones que, de acción o
palabra,
han demostrado que buscan la eliminación del estado, al que todos
nosotros, perseguidos
por la
Historia, pertenecemos. Los tratados de paz, el riesgo a un
conflicto mayor y las
presiones de la comunidad internacional mantienen las
fronteras seguras, por tanto se
necesita de una base profesional pero también,
irremediablemente, de una base social
que, en mayor o menor medida, con su
nacionalismo militante, pueda apoyar a la milicia
en caso de emergencia”.
Actualmente, además del núcleo de profesionales, existe la mili obligatoria
para hombres (tres años) y mujeres (21 meses). Tras ese periodo, los jóvenes
(que acceden al servicio con 18 años) tienen la oportunidad de ser contratados
en las
IDF, bien unos años, bien como profesionales permanentes. Además, hasta
los 45 años
los israelíes siguen siendo reservistas (más de medio millón), por
lo que deben pasar al
menos un mes al año en las bases y cuarteles. También
pueden ser reclutados en cualquier momento de crisis. Lo habitual es repetir
destino, por lo que al aprecio ideológico que
sienten los israelíes por su
ejército se suman los “lazos casi familiares” que se forjan en las unidades. La
convocatoria para el ejército se hace también a los israelíes residentes en el
exterior, una manera de recordar a los expatriados su compromiso con Eretz
Israel
(la tierra de Israel) y su defensa.
Vestir el uniforme es, en realidad, la culminación de una vida orientada al servicio militar, enraizada en la idea de que los años en las IDF “debe ser la mayor aspiración para un
ciudadano israelí”, según ha escrito el periodista
palestino-estadounidense Elias Akleh.
“Lo es, es el momento de devolverle a
nuestro país lo que nos da. Yo daría todo por
asegurar la existencia de mi
estado, cómo no. Lo contrario sería desleal conmigo, mis antepasados y los que
están por llegar”, reafirma Jana Oren, dos años reenganchada en la Armada (en trabajo de
oficina) y ahora profesora en una de las mayores colonias, Ma´ale Adumim. Ella
es una de las encargadas de fomentar en su centro el “espíritu marcial”.
Cuenta
que, cada año, y en función del presupuesto, organiza uno o varios viajes escolares
a bases
militares para conocer la rutina de los soldados. En ellos participan niños
entre
los seis y los 14 años. En ocasiones, los menores forman parte de
simulacros y
entrenamientos, en los que se ha usado munición real, según
denuncia Human Rights
Watch. “Todo es seguro y deben verlo para aprender, como
los lugares de homenaje a
los caídos o las exhibiciones de armas”, relativiza
la profesora, de 29 años, nacida en
Nueva York y emigrada a Israel hace 17
años.
Cuando llegan las principales fiestas judías, Jana anima a sus alumnos a escribir cartas
a los soldados “que no pueden estar con sus familias” e incluso hace
colectas para
mandarles cestas con
regalos (dulces, sobre todo). Lo que en otros países puede
entenderse como una
movilización puntual en tiempos de guerra (las campañas de
ayuda al “soldado
solitario” de la
Segunda Guerra Mundial, promovidos por EEUU o
Reino Unido),
en Israel es una tradición, algo sistemático. Todos los años, en Yom
Kippur o
Hanuka, aparecen anuncios en prensa pidiendo un guiño de cariño para estos
soldados,
tal y como hacen la inmensa mayoría de los colegios.
La maestra reconoce que sus chicos envían cartas a los soldados de las fronteras de
Gaza y
Siria “cada dos o tres meses”, que lo hacen obligatoriamente y como parte de
su
tarea escolar, pero afirma en que le parece “poco delicado” lo que hicieron sus
colegas
del norte del país en el verano de 2006, en la guerra contra Hizbolá,
cuando pidieron a
los niños que firmaran las bombas que iban a caer al otro
lado, sobre los árabes.
“¿Ves? Eso es lo que salió en los medios. Yo no lo
haría. Mi amor por las IDF es franco
y no busca la eliminación de nadie, sino
la protección de los míos”, abunda.
Es lo que ha detectado en varios libros de texto el profesor de la Universidad de Haifa
Eli Bodia. “Se perpetúa la imagen del árabe como enemigo, pero lo más grave es
que
los currículos se diseñan para educar desde la infancia a los alumnos en
una atmósfera militarizada, que glorifica lo marcial. Así los preparan para su
futuro”, explica. El
problema se recrudece en las escuelas religiosas que
tienen a determinados rabinos
como líderes espirituales (Mordejai Eliahu,
Eleazar Malmid), que justifican la violencia
contra “el contrario”. Pero eso es
motivo de otro artículo…
Sobra la militarización de la infancia, Bodia recuerda que al menos un 15% de los
actuales directores de centros han sido previamente militares de carrera. “Son
personas de confianza, el Gobierno sabe que responderán a sus intereses, y las
nombran por encima de otras con más mérito académico”, denuncia. El Ministerio
de Educación ha creado una pasarela profesional para capacitar como directores
a estos ex agentes de inteligencia y ex soldados y en los centros más grandes
hay
varios chavales cumpliendo servicios, como asesores y orientadores. “El
objetivo
es encontrar líderes con habilidades especiales, más disciplinarias
que educativas”,
insiste el profesor de Haifa. El propio ministro, Gideon Sa´ar
(Likud), confiesa
habitualmente en sus discursos que tiene entre los objetivos
“esenciales” de su
sistema educativo el incremento de la tasa de alistamiento.
Por eso regularmente
las IDF repasa las calificaciones de los alumnos para ir
viendo quién es bueno en
Educación Física (posible buen soldado de combate) o
quien domina
excepcionalmente los idiomas (futuro agente de inteligencia,
quizá).
Sa´ar se ha destacado por implementar el programa, puesto en marcha en 1999,
por el que
militares en activo visitan los colegios para “concienciar y sensibilizar” a
los chavales ante el reto que se les presenta. Los trabajos y resúmenes posteriores son parte de la nota final. Educación explica que existe un sistema de bonificaciones económicas a las escuelas ydocentes que sean más “eficientes” a la hora de animar a sus estudiantes a hacer carrera en el Ejército. Las becas se “multiplican” en las escuelas militares preparatorias (para hombres o mixtas) orientadas a la enseñanza de militares de carrera (más teórica) o de técnicos especialistas (similar a la Formación Profesional) y con residencias propias a las que acuden, mayoritariamente, jóvenes con pocos recursos o inmigrantes que tratan de progresar socialmente. Es lo que denuncia la ACRI (Asociación de Derechos Civiles de Israel), que sostiene que las subvenciones llegan a multiplicar por cinco las que reciben las escuelas de Secundaria orientadas a materias civiles. En las colonias es usual el modelo de las Yishovot Hahsadir, instituciones religioso-militares de Secundaria, pagadas por el Tzahal, dirigidas por rabinos. Acabado el servicio militar, con 21 años, los jóvenes de Israel (salvo los árabes y los religiosos, que están exentos) salen al mercado de trabajo o a la universidad. No haber pasado por ese trámite conlleva el ostracismo social y laboral, complicado aquí entender por qué no se apoya sin reservas a las IDF. Gary Adler está precisamente en la fase de descanso tras esa experiencia, viajando de mochilero –desde La India envía su email- tras servir en los Paracaidistas, una de las unidades más duras de las IDF. Dice que la preparación de tantos años le ha servido para no perder la calma en los momentos más duros. “El nuestro es verdaderamente un ejército civil, no ganamos al día ni para comprar un café, pero es que es impagable lo que nos aporta”, afirma Gary. Y enumera: “Gracias a la formación militar tenemos mejores médicos, informáticos, ordenanzas… Nos dan recursos para avanzar en nuestro nivel de vida, mejoran el hebreo de los inmigrantes, ayudan a su asimilación y nos hacen valorar la suerte que tenemos de vivir en un país fuerte con enormes aliados”, explica. Sus argumentos son casi políticos, delatan al joven de las juventudes laboristas que hay detrás. Se acaba de afiliar, siguiendo la saga familiar. Cuando regrese de su viaje, ya tiene pensado –además de estudiar Empresariales-, convertirse en explorador jefe de uno de los grupos de pequeños pioneros que hay en Jerusalén. Se trata de asociaciones similares a los boys scouts, pero con un fondo sionista claro. “Quiero trasladar a los niños lo que yo he aprendido de nuestras Fuerzas Armadas”, repite. La tesis de Gary es la mantenida por Saul Singer y Dan Senor, autores de Start-up Nation: The Story of Israel’s Economic Miracle, un libro que arrasa en EEUU y que afirma que “el servicio militar es la principal cantera para forjar emprendedores (…) porque enseña liderazgo, sacrificio, trabajo en equipo y organización por objetivos. Firmas como WorkLight, de soluciones tecnológicas; Life-Bond, de material quirúrgico; o Kata, de tejidos de alta resistencia, han salido de cuadrillas de soldados, compañeros de servicio, y son publicitadas constantemente por el Gobierno como un ejemplo de las bondades comerciales del Ejército. Frente a esa visión positiva, el legado “negativo”: “pérdida de masa laboral durante tres años más el tiempo de reservistas, secuelas físicas y psicológicas arrastradas, limitación en educación en valores como la no violencia, presupuesto inflado que impide la inversión en otras materias…”, enumera Danielle Cohen, miembro de New Profile, una organización pacifista, enclavada en la red War Resisters Internacional, a la que el Gobierno, denuncia, “impide” ir a los colegios a explicar “por qué hay que cambiar el concepto de Ejército y de guerra en este país”. También en política, insiste Cohen, apoyándose en libros como Generals in the Cabinet Room, del que fuera asesor del primer ministro Isaac Rabin, Yoram Peri. La obra constata “que el Ejército no se limita a aplicar la política de su área que aprueba el Gobierno, sino que interviene activamente en ella, con enorme influencia en el proceso de toma de decisiones. No lo hacen a espaldas de los políticos, sino a la cara de todos. Los propios mandos forman alianzas con los partidos que les convencen y son sus plenos aliados, son inseparables. La caída y la gloria del político es la suya propia”, abunda. También en el plano mediático: las informaciones relacionadas con la seguridad nacional deben pasar el filtro de un censor, especialmente en la pensa local (aunque en casos como el de este texto también han sido informados previamente); no se edita el contenido, pero se alerta si hay algo que es “arriesgado contar”. En los grandes medios las IDF cuentan con aliados (grandes magnates, sobre todo) que frenan las informaciones perniciosas, incluso si sólo se cita a ONG que denuncian al Ejército; de ahí intentos como el de la ley, ahora congelada, para revisar la financiación de las organizaciones que critiquen a las IDF. Ahora, además de ser una mancha social, podría ser un delito sancionable. Claves de las IDF Personal en activo: 187.000 Reservistas: 565.000 Personal disponible: 3 millones entre 18 y 49 años. 22% de los jóvenes logra quedar exento del servicio Sólo un tercio de los reservistas cumple con todas sus obligaciones (se han duplicado las peticiones de demora en diez años). Fuente: Ministerio de Defensa de Israel http://periodismohumano.com/destacado/israel-%C2%BFel-pais-que-tiene-un-ejercito-o-el-ejercito-que-tiene-un-pais.html |
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