Paraísos Fiscales. Hablando de hipocresías… ¡Y se demuestra!
Este tema que tanto ha molestado a los panameños es una muestra más de hipocresía, tanto de Francia como del G-20 reunido en Cannes.
Alfonso J. Palacios Echeverría
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HABLANDO DE HIPOCRESÍAS… ¡Y SE DEMUESTRA!
Alfonso J. Palacios Echeverría
En el vecino país de Panamá se ha reaccionado airadamente a nivel de la Cancillería, por unas declaraciones del presidente francés, Sarkozy, quien destacó a Uruguay y Panamá entre los países que el G-20 identificó como aquellos que aún no han establecido un marco legal para luchar contra la evasión fiscal. "No estamos dispuestos a tolerarlo", declaró el jefe del Estado galo al final de la Cumbre que el G20 celebró en Cannes (sureste de Francia).
Sarkozy enfatizó que "no queremos más paraísos fiscales y los países que siguen siendo paraísos fiscales mediante la falta de transparencia bancaria serán puestos al margen de la comunidad internacional", amenazó. "Antigua y Barbuda, Barbados, Botsuana, Brunei, Panamá, Seychelles, Trinidad y Tobago, Uruguay y Vanuatu" no se han dotado de un marco jurídico adaptado al intercambio de informaciones fiscales", declaró el gobernante francés. "Las cosas han progresado mucho, pero deben progresar todavía", recalcó el presidente galo.
No hace mucho tiempo mencionaba en un artículo publicado en este mismo medio electrónico, las actitudes hipócritas que se manifiestan en las relaciones internacionales. Y mencionaba a Francia como uno de los responsables de la reciente masacre en Libia, como una muestra de dicho fenómeno. Ahora, este tema que tanto ha molestado a los panameños, es una muestra más de hipocresía, tanto de Francia como del G-20 reunido en Cannes, cuya última reunión, de donde salen estas declaraciones, terminó sin pena ni gloria. Y explico por qué.
Está claramente demostrado que, al amparo de la influencia malévola del neoliberalismo y su postulado de globalización financiera se ha instaurado, y se continúa utilizando, un sistema de ocultación de operaciones bancarias, con el aval de directores financieros, de administradores de sociedades establecidas en todo el mundo y de políticos influyentes.
Este sistema está perfectamente organizado, es fácil de utilizar y siempre está operativo. El sistema se llama CEDEL, ubicado en Luxemburgo, que significa Centrale de livraison de valeurs mobiliers, aunque existe otro en Bruselas, el Euroclear, por donde pasa el dinero virtual, el de las computadoras de los bancos, y no dejan constancia, a la velocidad de la luz, de una cuenta a otra, de un paraíso fiscal a otro, sin dejar rastro aparente de sus pasos. Y digo que aparente, porque está inscrito en dichas cámaras de compensación europeas, aunque el problema radica en estar en condiciones de poder leer esta contabilidad, en interpretar sus huellas.
Los motivos de estas ocultaciones de transferencias bancarias internacionales son numerosos. Pueden ir desde la simple búsqueda de confidencialidad en operaciones comerciales de blanqueo de dinero sucio, pasando por el delito de uso de informaciones reservadas, la corrupción o la evasión fiscal. Estas actividades financieras, así ocultadas a los ojos del mercado, del fisco, de la competencia o de los servicios de información, pueden ser legales o encontrarse al límite de la legalidad. Pero también pueden ser delictivas.
En este sistema participan con igual responsabilidad usuarios, gestores y administradores de este sistema financiero internacional, y también los dirigentes políticos Luxemburgueses con la venia y la complicidad de todos los demás países de la Unión Europea y norteamericanos, que han permitido a sus clientes ocultar transferencias de fondos o de títulos, y que, en ocasiones, también los gobiernos de esos mismos países han utilizado en sus acciones desestabilizadoras de otros países más débiles que no se alinean con los postulados de las potencias dominantes.
Existe un caso ampliamente documentado: el pago por el rescate de los rehenes norteamericanos en Irán, al inicio del gobierno de Reagan, negado reiteradamente por el gobierno norteamericano.
No me explico cómo, Sarkozy, se atreve a lanzar semejantes acusaciones cuando tiene en su frontera, para el uso y abuso cotidiano el “paraíso fiscal disimulado” de Luxemburgo. Pequeño país situado en el corazón de Europa, que cuenta con cientos de bancos catalogados y la sede política de algunas de las más importantes organizaciones de la Unión Europea, el cual se hunde bajo el peso de los dólares, los euros, los francos, los yenes, los marcos, los florines…. Sus actividades financieras eran, para poner solamente un ejemplo, en el año 2000, cuatrocientas veces más que las realizadas en las Bahamas, paraíso fiscal por excelencia, que curiosamente no aparece en esta “lista negra” del Grupo de los 20…. ¿Sabe Usted por qué?
En Luxemburgo, el silencio es una virtud. La sonrisa cortés, también. En Luxemburgo, los partidos en el poder desde la posguerra, desde los socialcristianos a los liberales, pasando por los socialistas, siempre han mantenido estrechos lazos con los bancos; sus representantes ocupan un sitio en muchos consejos de administración. En Luxemburgo, los jueces son discretos, muy discretos, y la policía financiera poco numerosa, muy poco numerosa. Los banqueros son amigos a quienes se desea proteger de quienes hacen demasiadas preguntas. Y la iglesia católica vela por este pequeño mundo tranquilo y próspero.
En la actualidad, y a esos niveles, el dinero ya no existe. Más exactamente, la idea del dinero sigue existiendo, pero el dinero ya no existe de la misma forma. Ese término (dinero) ya no encubre lo mismo que encerraba antes de la invención del “clearing”. Todas las transferencias entre los actores del mercado financiero se hacen a través de un sistema electrónico autorizado basado en la mutua confianza de los actores. Así pues, se podría decir que el dinero se ha desmaterializado. La abstracción es total. Puesto que el dinero ya no existe en la forma habitual, puesto que los títulos comprados y vendidos se fabrican cada vez menos en un material palpable, puesto que no es posible tocar más las ganancias físicamente (salvo raras ocasiones), es preciso hacerlo virtualmente.
En la efervescencia de la globalización económica, CEDEL y Euroclear crearon el Swift (Society for Worldwide Inrterbank Financial Telecommubication SA), como un instrumento de transmisión ultrarrápida para el dinero en metálico en todas las divisas. Allí puede encontrarse de todo: desde el banco de un dictador exótico, un comerciante de armas químicas, pasando por la sociedad de inversiones de un narcotraficante mexicano o colombiano, el dinero sucio de políticos de países europeos, asiáticos, americanos y fabricantes de armas norteamericanos o europeos. Pero también está presente una fuerza secreta que se llama el Grupo Bildelberg.
Durante la efervescencia posterior a la segunda guerra mundial, se crearon determinados “clubes” como el Bildelberg, quien, bajo la influencia de la OTAN desde su creación, en 1957, reúne todos los años a puerta cerrada, como invitados, a la flor y nata política, militar, industrial y financiera del mundo occidental, sin hacer pública ningún acta de los debates de esos “responsables” de primera fila. Los integrantes del Bildelberg relacionados con el Opus Dei son legión, para terminar de hacer sospechosa su actividad. Están allí representadas las cabezas reinantes europeas, al igual que ciertos intelectuales y periodistas. Y toda persona que empieza a interesarse por los asuntos financieros, cae inevitablemente en estas estructuras construidas también para controlar los mercados paralelos. Los trabajos del Grupo de Bildelberg intrigan más cuanto que se mantienen en secreto, y la presencia -como invitados- en los últimos doce años de políticos franceses es notoria.
Las finanzas internacionales, en suma, constituyen un microcosmos prestigioso compuesto por banqueros, consejeros presidenciales, patrones de grandes grupos, que vive según ritos y códigos oficiales, y otras prácticas menos confesables. Se caracterizan por el miedo al comunismo y sus variantes modernas, la discreción absoluta, la solidaridad de clase, la apología del liberalismo, la veneración del mercado, la creación de oligopolios de intereses convergentes, el desdén hacia todo lo que pueda aparecer como factor de cambios sociales, el conservadurismo, los acuerdos entre amigos, en fin, son militantes discretos de un capitalismo inmutable.
En consecuencia, los panameños deberán tener muy en cuenta que detrás de las declaraciones del Grupo de los 20 y las rabietas de Sarkozy se esconde algo más grande y tenebroso. Y que la hipocresía con que atacan a los “paraísos fiscales” debería aplicarse a los que ellos mismos tienen camuflados, como el caso expuesto. Y luchar contra esas fuerzas es sumamente difícil.