Salvador Allende desde el más allá, habla a los estudiantes chilenos
¡Hasta siempre Presidente!

Presidente¿ pudiera de forma breve enunciar los principales logros de su gestión de gobierno en los temas económicos y sociales?

Ante todo me gustaría referir y precisar que fueron 1040 días de gobierno del pueblo, que lógicamente se grafican y sintetizan como mil en razón a la fecha que por estos días sé que muchos compañeros festejan: mis 100 años, y los mil sueños de nuestro pueblo, y sé también, y no me importuna que lo hagan, que me recuerden como un hombre alegre y con sentido del humor como cualquiera. Un día dije que pondrían un epitafio en mi tumba que diría: “Aquí descansa el eterno candidato a presidente”, y hoy sé también que muchos…

…Usted será siempre un eterno presidente compañero Allende.

Gracias por tu elogio, pero bien, a tu pregunta te diré lo siguiente. Voy a enunciar sin un orden preferente:

Durante nuestro gobierno cada niño chileno, sin distinción de clase alguna, recibió diariamente medio litro de leche, cuidando su desarrollo, salud e intelecto.

Se nacionalizaron las minas de cobre en manos de empresas extranjeras, para beneficio de todo Chile y que hoy lamentablemente han sido devueltas al capital privado externo e interno, ni siquiera pagan impuestos a la caja fiscal, lo cual es una vergüenza y una humillación a los trabajadores del cobre.

Se estatizó la banca en el contexto de desarrollar armónicamente la economía nacional. El crédito se destinó a fines productivos y no para lucro de accionistas y directivos bancarios. Los golpistas retornaron los bancos al capital privado, con las consecuencias que todos conocemos. Reventaron el año 1982 (nueve años después del golpe). La mayoría tuvo que ser intervenida por la dictadura. La quiebra de la banca reprivatizada la pagamos todos los chilenos. En esta ocasión no funcionó la “economía social del mercado”. Hicieron funcionar su añejo axioma: “El estado es socio en las pérdidas mas no en las utilidades...”

Se cumplió el programa de la Reforma Agraria, cancelando a los terratenientes los valores pactados en Certificados de Ahorro Reajustables del Banco Central de Chile. Hoy, los campesinos son tanto o más pobres que antes y los latifundistas cada vez más poderosos.

Se nacionalizó algo más de setenta empresas monopólicas dentro de un total de treinta y seis mil privadas existentes en Chile. Hoy nos manejan los capitales norteamericanos, españoles, ingleses...El Estado es dueño de casi nada. Los Ponce Lerou, los Hurtado, los Piñera, los pirañas, los familiares, amigos y cercanos a Pinochet se apropiaron de todo a precio de liquidación y son hoy los dueños de Chile; los nuevos ricos...los inteligentes empresarios cuyo gran mérito fue saber arrimarse al árbol que les dio buena sombra.

Se erradicó el analfabetismo en el país, tanto por la decidida acción del gobierno, como por la invaluable aportación de miles y miles de jóvenes estudiantes voluntarios, hoy tan desmotivados y tan plenos de desilusiones, que ni siquiera tienen interés en inscribirse en los registros electorales.

El acceso a la educación estatal gratuita era un derecho legítimo. Escuelas, Colegios y Universidades recibieron a miles y miles de niños y jóvenes por sus capacidades intelectuales y no por la capacidad de pago de sus familias. ¿Cuántos brillantes intelectos se pierden hoy por falta de dinero y/o de oportunidades?

Las universidades chilenas constituían verdaderos centros generadores de conocimiento y desarrollaban un quehacer científico y académico de una calidad ejemplar, motivados en preparar a los profesionales que el país requeriría en el futuro.

En la educación, fueron notables los aportes de la Unidad Popular . Sí. En el terreno de la educación, de la cultura, las universidades. Recuerdo particularmente el proyecto de la Escuela Nacional Unificada (ENU) destinada a transformar el sistema educativo chileno, proyecto que fue abortado por la ciega oposición de la iglesia y los sectores de derecha. Parecería una rareza, pero esa sería ahora una salida para enfrentar el actual debate que hoy protagonizan los estudiantes y los profesores que se oponen a la llamada Ley General de Educación. En tiempos de la Unidad Popular, la Facultad de Medicina de la Universidad realizó transformaciones metodológicas en la enseñanza y en la Universidad Técnica del Estado se abrió por primera vez el acceso de los trabajadores a los planteles universitarios.

Se establecieron relaciones diplomáticas y comerciales con todos los países del mundo, sin diferenciar ideología o práctica política. Fue honroso para nosotros y un desagravio de mi país, el restablecer las relaciones con Cuba casi de inmediato a la toma de posesión al cargo. Fue el primero y le siguieron después otros del campo socialista. Nunca antes en Chile se habían dado las más amplias garantías de respeto a todos los derechos humanos, las libertades públicas y jamás nadie fue detenido sin orden judicial por mero capricho de la autoridad. Hoy el país conoce a cabalidad lo ocurrido tras el golpe y quiebre de la democracia: muertes, asesinatos alevosos, miles y miles de detenidos, miles y miles de exiliados, escándalos financieros, robos descarados,
apropiaciones indebidas.

Se democratizó el concepto de seguridad nacional; se mejoraron las condiciones sociales, económicas y profesionales de las FF.AA. y se las incorporó al desarrollo social del país. La dictadura, por cierto, desconoció este hecho.

El poder político se ejerció dentro del estado de derecho, pese a cuanto renieguen los entonces opositores.

El trabajo era considerado un derecho legítimo de la masa laboral. No había mendicidad ante los empresarios para acceder a la fuente de sustento. La tasa de desempleo llegó a ser apenas un 3,6porciento, cifra que la mayoría de los países desarrollados están lejos de alcanzar. Los trabajadores y el pueblo en general tuvieron acceso al consumo de artículos de toda índole, inclusive en la época del desabastecimiento artificial, como he narrado. Ni siquiera se encarceló a los promotores del desabastecimiento y el mercado negro.

¿Y la editorial Quimantú?

¡Ah!, si, se me quedaba ese importante logro. En el campo cultural se dio un gigantesco paso adelante, con la creación de la Editorial Quimantú, empresa estatal que lanzaba entre ochenta mil y ciento veinte mil ejemplares de literatura universal y centenares de miles de libros de literatura infantil, pedagógicos y de toda índole.

Nadie podría señalar que los libros de Quimantú tuvieron como objetivo ideologizar al pueblo lector. Fue un importante apoyo a la educación de todo el pueblo. Quimantú, convertida en una editora nacional del Estado, puso al alcance de la masa, por primera vez, las grandes obras de la literatura mundial. Sus tiradas de cientos de miles de ejemplares se vendían en los kioscos de periódicos al alcance de todos.

Durante el Gobierno popular se congelaron los precios de artículos de primera necesidad y los cánones de arrendamiento, de tal manera que, los trabajadores no vieran lesionados sus ingresos a causa de la crónica inflación nacional e internacional de la época.

Los sueldos de los altos funcionarios de la administración pública se fijaron en un máximo de veinte sueldos vitales de la época, en tanto que los sueldos y salarios de los trabajadores, sin distinción, se elevaron a un mínimo de tres sueldos vitales. La inmensa mayoría del país estuvo de acuerdo y satisfecha con la determinación, excepto los “afectados”, por supuesto.

Un grande y moderno hospital (Ochagavía) comenzó a ser construído para cuidar la salud de los sectores más desposeídos del sur de Santiago. Se dejó abandonado por la dictadura y sus ruinas son hoy refugio de marginados.

Se extendió la red de consultorios para brindar atención primaria de salud a todos los habitantes de Chile, sin discriminaciones odiosas de clases.

Las provincias –llamadas ahora regiones- fueron atención preferente del Estado y se propició su desarrollo integral para dar un lugar digno a sus pobladores.

El gobierno extendió a todo el país el concepto de seguridad social, atención preferente a las madres embarazadas y a los niños recién nacidos.

Ningún tipo de libertad fue deliberadamente conculcado. Tanto así, que la libertad de expresión se respetó en forma irrestricta, pese a las injurias y calumnias que caracterizaron a los medios de la época. La libertad religiosa y política de cada chileno jamás fue impedida.

En el curso de los 1.040 días que duró mi mandato constitucional, hubo en Chile elecciones libres y soberanas, sin restricción alguna y conforme lo mandataban la Constitución y las Leyes vigentes. La última, realizada el día 5 de marzo de 1973, demostró al mundo entero que cada vez era mayor la aceptación del programa que implementaba el gobierno. Por vez primera, el llamado “desgaste” de todos los gobiernos que me precedieron y post Pinochet, no fue tal y las preferencias de la ciudadanía se mostraron ascendentes en favor del Gobierno Popular.

Pese a los agoreros anuncios de los opositores al ideario político y social de nuestro gobierno, nunca se vieron ni existieron las anunciadas ‘pobladas’ de sectores que se tomaran las casas-habitación de la gente de mayores recursos para ser entregadas a quienes vivían en condiciones ancestralmente misérrimas en los lugares denominados como “poblaciones callampas”, ahora elegantemente disfrazadas con el nombre de “campamentos de emergencia”.

La juventud, motivada por los logros, se mostró cada vez más alejada de las drogas y los vicios. Los trabajos voluntarios de los estudiantes secundarios y universitarios fue un ejemplo no solo para Chile sino para el mundo entero.

Después renació el fascismo, la dictadura cruel. Años de oscurantismo; diecisiete años de sumisión al poder de las armas; de apagón intelectual en Chile, sumados a la vuelta de otras décadas de años de neoliberalismo, han sumido a nuestro pueblo en la desesperanza y la indiferencia. Sin embargo tuve, tengo y tendré siempre fe en mi pueblo, en los trabajadores. Abrigo como revolucionario y socialista la esperanza de que esa antorcha de luz que nos legó aquella experiencia, aquel gobierno del pueblo, renazca mas temprano que tarde, en el pueblo que tan bien describió el insigne Alonso de Ercilla y Zúñiga en la épica ARAUCANA:

Chile, fértil provincia y señalada
en la región Antártica famosa,
de remotas naciones respetada
por fuerte, principal y poderosa;
la gente que produce es tan granada,
tan soberbia, gallarda y belicosa,
que no ha sido por rey jamás regida
ni a extranjero dominio sometida.



¿Fue usted un buen estudiante? Me refiero en la universidad.

“Los estudiantes de Medicina, en aquellos años, se encontraban en las posiciones más avanzadas. Representábamos, además, el sector menos pudiente, no como los estudiantes de abogacía que formaban parte de la oligarquía. Nosotros nos reuníamos para discutir los problemas sociales, para leer a Marx, a Engels, a los teóricos del marxismo. Yo no había frecuentado la universidad buscando ansiosamente un título para ganarme la vida. Milité siempre en los sectores estudiantiles que luchaban por la reforma. Fui expulsado de la universidad, arrestado y juzgado, antes de ser médico, por tres cortes marciales. Fui liberado, enviado al norte de Chile y después comencé en Valparaíso mi carrera profesional. Tuve muchas dificultades porque, aunque fui un buen estudiante y me gradué con una calificación alta, me presenté, por ejemplo, a cuatro concursos en los que era el único concursante y, sin embargo, los cargos quedaron vacantes. ¿Por qué? Por mi vida estudiantil”.


Es interesante Presidente: Cuatro veces a concursos y cuatro veces en campaña a la presidencia.

¡Aguzada tu lógica!, es cierto. Una curiosidad en la cual no había reparado antes. Yo me presenté a las elecciones en cuatro oportunidades como candidato presidencial, en 1952, en el 59, después en el 64 y por ultimo en 1970. Fui sin lugar a dudas un “corredor de fondo”.

Pero bien, con relación a mi vida de estudiante de medicina te quiero agregar algo; siendo aun un joven médico en prácticas, el único puesto en el que logro me permitan trabajar es como asistente de Anatomía Patológica en Valparaíso y allí realizando autopsias “aprendí a la perfección qué quiere decir amar la vida y cuáles son las causas de la muerte”.


Muchas de ellas íntimamente relacionadas con la injusticia social, las condiciones laborales y los intereses económicos de la nueva potencia mundial. Es un cuadro social que se repite en muchos países de nuestro continente. “Conocemos bien el drama de América del Sur, que siendo un continente potencialmente rico, es un continente pobre, fundamentalmente por la explotación de que es víctima por parte del capital privado estadounidense”.

¿Se considera usted en política un hombre radical?


En este caso no es importante lo que yo considere o califique sobre mis posiciones políticas. Lo importante es como me ven mis compañeros de lucha, de campañas políticas, como me ve el pueblo y te repito, siempre he aspirado a ser considerado sencillamente como el compañero Allende. Ahora tú me preguntas y yo puedo darte un poco más de razones y argumentos. “Pertenezco a una familia que ha estado en la vida pública por muchos años. Mi padre y mis tíos, por ejemplo, fueron militantes del Partido Radical, una formación que nació con las armas en la mano luchando contra la reacción conservadora. Mi abuelo, el doctor Allende Padín, fue senador radical, vicepresidente del Senado y fundó en el siglo pasado la primera escuela laica en Chile”.

Pero su programa de gobierno, el de la UP fue radical.


De acuerdo a como tú quieras evaluarlo. Fue un programa de gobierno antimperialista declarado, y si ser antimperialista es ser radical, entonces lo soy, pero el termino está en el límite, en el extremo y nuestra concepción de lucha y de trabajo político fue la de aglutinar todas las fuerzas de izquierda y progresistas, y dar cabida a los partidos, incluso aquellos que sin tener una ideología como fundamento teórico, como herramienta, lucharan por la justicia social. Nunca excluímos a quienes quisieron sumarse constructivamente al proyecto de Unidad Popular. Por eso mantuvimos las relaciones con todos los partidos, incluídos los adversarios y esa no es una posición radical, sino de tolerancia, de dialogo, de convivencia dentro de las normas de la democracia y la libertad. …un proyecto revolucionario.

Claro está, como dije al hablar el primero de mayo de 1971, “Por eso tenemos que tener conciencia: la revolución no se hace en las palabras, compañeros, se hace en los hechos. Y hacer la revolución no es tan fácil, si no ya la habrían realizado otros pueblos, en otras latitudes o en este continente”. El proyecto de la Unidad Popular fue un proyecto revolucionario, transformador, en que las clases más desposeídas se vieran reflejadas. Un proyecto revolucionario para alcanzar toda la justicia reclamada. Un proyecto donde participó todo el pueblo y sus mejores representantes: los partidos populares, de la izquierda esencialmente.


Usted incorporó a los jóvenes en el proceso revolucionario iniciado en 1970. ¿Qué le diría a la juventud chilena hoy día?


Que sea protagonista. Que sea revolucionaria de manera organizada e inteligente. “La juventud sabe que no hay práctica revolucionaria sin teoría revolucionaria. ... La juventud debe educarse políticamente más y más, para llevar su voz, aliento y crítica, de tal manera, que los sectores populares encuentren precisamente en los cuadros juveniles el guía que pueda indicarles cuál ha de ser el camino que tenemos que seguir”. Así vi entonces y percibo aun a la juventud. Como una fuerza social incontenible, que una a la audacia y a la energía, la inteligencia y la educación política.

Compañero Allende, usted un día dijo textualmente “Haremos al hombre del siglo XXI: nosotros mismos”. Han pasado muchos años desde su último combate en el Palacio de La Moneda. ¿Sostiene aun ese sueño?


La dimensión del tiempo es medible y agotable cuando la referencia es la vida personal, la existencia misma del hombre, del ser; sin embargo las ideas, los sueños, las metas, se trasladan de hombres a hombres movidos por iguales y mejores razones en la búsqueda del perfeccionamiento humano.


Si mi edad biológica no alcanzó a lograrlo, otros lo harán, estoy seguro, convencido como nadie, de otro modo hubiera sido estéril mi lucha, mi esfuerzo y el sacrificio, pero lo entregué todo, no para perpetuar la obra como un monumento, sino para darle continuidad a las ideas y a los sueños en otros hombres y mujeres.


Te aseguro que en su génesis, ya se viene formando un nuevo hombre latinoamericano.

Tomado de : "Salvador del más allá" ¡Hasta siempre Presidente!

Autor: José A. Buergo Rodríguez

La Habana, noviembre del 2008