¡Adiós a los Generales!
Rodolfo Sanz

Fiesta en la oposición morbosa. Luto y tristeza en el alma de la Revolución por la partida de dos Generales del socialismo: Guillermo García Ponce y Willian Lara. Guillermo toda una leyenda viviente. Jefe político. Jefe militar. Escritor y teórico de la Revolución. Tuve el privilegio de estar bajo su conducción en el Comando de la Revolución, creado por el presidente Hugo Chávez en enero de 2002, para enfrentar la conspiración contrarrevolucionaria. Con Willian Lara estuve también en todos los comandos que ha construido el presidente Chávez. Especialmente nos tocó el duro trabajo del Comando Ayacucho, con motivo de la recolección de firmas de la oposición para el Referendo Revocatorio.
La característica más resaltante de Willian era la objetividad de sus análisis. Ni fantasioso ni subjetivista. Siempre iba a las causas reales de los acontecimientos, previendo con certera objetividad su desarrollo. Muchos fueron nuestras polémicas. A veces duras y frontales, pero enmarcadas en el campo del compromiso y la lealtad al proceso, a las ideas y al líder Hugo Chávez. Con motivo de las elecciones a gobernadores me tocó acompañarlo en Guárico por decisión del presidente Chávez. Willian sabe que lo hice de todo corazón. En el acto donde asumió el cargo, hizo un reconocimiento público que le agradeceré eternamente.
Con Guillermo había hablado hace escasamente unos 30 días. Con motivo de solicitarle esta columna que no dudó en otorgármela. Hacia él profesé respeto y admiración desde el inicio de mi vida política consciente. En esa oportunidad conversamos sobre diversos temas por los cuales ambos mostramos preocupación. No se notaba en Guillermo ni un ápice de decepción, al contrario, me sorprendía cada vez que analizaba la situación. Su fe en el curso ascendente y objetivo de la revolución era siempre indeclinable. Para él lo importante era siempre no perder el rumbo, los errores podían enmendarse, los fracasos podían transformarse en victorias futuras, pero la pérdida del rumbo era desviarse de los principios y perderse definitivamente.
Los miserables de alma (no los de Víctor Hugo) cantan por la muerte de estos Generales. Cuando se conoció la muerte de Guillermo el canal Globovisión colocaba una Biografía de Rómulo Betancourt como para contraponer su figura a la de nuestro General. Al saberlo escribí un mensaje de twitter: agreguen a esa Biografía que hoy falleció un hombre a quien Betancourt no pudo desaparecer ni mucho menos comprar como lo hizo con otros, porque era de esos que en vida nunca negociaron sus principios. Por eso fue respetado por sus más acérrimos adversarios, incluido el propio Betancourt.
Con la muerte de Willian, inesperada y más que absurda, están cantando victoria en Guárico. Se fue quien estaba empleado a fondo para erradicar el latifundio, el uso de las tierras del estado para el tráfico de drogas, y a resarcir la miseria del pueblo que lo vio nacer y del cual brotó como la flor de mayo. Nunca esperamos una muerte así para Willian. Quienes los vimos batallar, polemizar y actuar, conocimos de su fuerza y entrega, nos queda el consuelo de la seguridad que también luchó contra la muerte. Sólo que esta batalla la perdió irremediablemente. Pero su obra truncada será continuada por los nuevos Willian que brotarán de la propia sabia del PSUV y el pueblo humilde de Guárico. ¡Oligarcas no canten victoria, más bien tiemblen!
A dos Generales como Guillermo y Willian no se lloran. Se llevan en el corazón y en el alma. Se anda el camino con el recuerdo de su ejemplo, para no desandarlo o extraviarnos de él. La vida humana es así: grande y fructífera, pero frágil y efímera. Lo importante, lo impostergable es vivirla como lo hicieron estos Generales. ¡Adiós a nuestros Generales!