Las entrañas del monstruo: la nueva amenaza terrorista a Siria
En su discurso de antier, miércoles 21, ante Naciones Unidas, Obama le pidió al Consejo de Seguridad que protegiera al pueblo de Siria contra su gobierno. Eso es lo mismo de Libia hace seis meses.
Carlos Rivero Collado | Para Kaos en la Red | 23-9-2011 a las 18:00
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--Viví en el monstruo y le conozco sus entrañas –José Martí.

1-. El teatro

La semana pasada vimos por televisión a Barack Obama, con gestos de inmensa aflicción, en los actos por el décimo aniversario del 11 de Septiembre: un teatro bien montado para que el público siguiera la trama y aplaudiera a los actores, un excelente tributo a Melpóneme.

¿Cree Obama en la versión oficial de las masacres terroristas? Sospecho que no, aunque debemos entender que, en este caso, está actuando en defensa propia porque si hubiera ordenado la amplia investigación que nunca se hizo sobre todo lo que sucedió, no habría vivido para ver ni sus primeros resultados.

Su crimen inicial no fue, por supuesto, haber participado en el macrocidio ni ser hoy el culpable principal de su encubrimiento, sino haber aspirado a presidente sabiendo que si era electo no tendría otra opción que silenciarlo, haciéndose cómplice del mismo y engañando, una vez más, al incauto pueblo que lo eligió.

Un hombre de honor no hubiese aspirado a ese cargo pocos años después del monstruoso auto-atentado del 2,001 o lo habría hecho dispuesto a dar la vida por decir la verdad y honrar a su pueblo, pero Obama no es un hombre de honor, sino un demagogo, un mentiroso exagerado que engañó mil veces a su pueblo para que votara por él, un genocida que está honrando la multicida historia del Imperio.

Al mantener la guerra de Irak, aumentar la de Afganistán, arreciar los bombardeos a Pakistán y ser el culpable principal de la “guerra civil” de Libia, en la que han muerto miles de civiles inocentes, víctimas de los bombardeos imperialistas, Obama ha sido un émulo fiel de sus antecesores.

2-. La amenaza

Ahora vemos que, de acuerdo a informaciones divulgadas este martes, día 20, por las agencias de noticias, la CIA está estableciendo bases aéreas secretas en Etiopía, Arabia Saudita y las Islas Seychelles. Eso es una violación del derecho internacional y de las funciones del Congreso de EU, sin cuya aprobación el gobierno no puede establecer bases militares, sean públicas o secretas, con lo que en este sentido, Obama está actuando al margen de las leyes.

Asimismo, en su discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas, antier, miércoles 21, Obama pidió que se le aumentaran las sanciones a Siria.

--No hay excusa para la falta de acción –dijo--. Ha llegado el momento para que el Consejo de Seguridad sancione a Siria y apoye a su pueblo. Por el bien de Siria y la paz y la seguridad del mundo, debemos hablar con una sola voz.

Ésas fueron casi las mismas palabras que usó Obama cuando, en marzo de este año, le pidió al Consejo de Seguridad que aprobara las medidas necesarias para proteger al pueblo de Libia.

Aquella petición se convirtió, el 17 de marzo, en la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad que les permitió al Imperio y sus cómplices el bombardeo indiscriminado a Libia.

Al ordenar, a principios de abril, sin la previa autorización del Congreso, que los aviones de guerra de EU atacaran a ese país, Obama violó la Constitución de EU, usurpando las funciones del Congreso, por lo que sus acciones fueron las de un dictador.

Lo que dijo ayer Obama ante Naciones Unidas puede ser considerado el preámbulo de la agresión terrorista a Siria.

(Volveré sobre el tema de Siria a medida que se desarrollen los hechos y se materialice este nuevo crimen del Imperio y sus cómplices)

Los imperialistas pudieran intervenir, después, en Argelia y otros países. Nadie debe dudar que esta locura pudiera llegar a Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y otros países de América. Sólo si entiende que una agresión a cualquiera de esos países pudiera desatar una guerra continental, el Imperio desistiría de esa barbarie.

Si esa solidaridad no se manifiesta con el mayor vigor, el Imperio vería eso como un acto de indiferencia continental, y hasta de cobardía, y procedería a actuar en alguno, o en todos, de esos países como ha hecho en Libia y el Oriente Medio.

Si, como se cree, debajo de la plataforma insular del norte de Cuba hubiese grandes cantidades de petróleo, la agresión sería mucho más probable.

Barack Obama, pues, está pasando a la historia como uno de los más fanáticos guerreristas del imperio más guerrero de todos los tiempos. Aunque pierda las elecciones del año que viene, ya su corta presidencia ha dejado un largo rastro de sangre. Y lo peor es que si las pierde y triunfa, por supuesto, un republicano, la sangre ya no sería sólo un rastro, sino un río, y no como el Cauto, sino el Amazonas.

3-. El culpable primordial

Hay cientos de miles de seres humanos que están cumpliendo largas condenas en EU por crímenes que son insignificantes comparados a los de él, pero Obama disfruta de libertad y viaja por el mundo y hasta se deleita con cenas opulentas y estridente música en los magnos saraos de una vetusta mansión que lo único que tiene de blanco son las paredes.

En este país han sido ejecutados asesinos que han matado a una sola persona, pero W. Bush, que es culpable directo de más de un millón y medio de muertes –y no de homicidas, sino de ancianos, mujeres y niños-- disfruta de libertad y hasta tiene la enorme desvergüenza de participar en el décimo aniversario de uno de sus crímenes.

Los más grandes criminales no son, sin embargo, Obama ni Bush, ni Jackson ni Polk ni McKinley ni Truman ni Johnson ni casi todos los demás.

El Presidente de EU es la cabeza del Imperio, pero tiene poco poder para enfrentarse con éxito a las fuerzas que dirigen al Complejo Militar-Industrial-Terrorista --CMIT--, formadas por generales, capitanes de las grandes industrias –sobre todo bélica--, dueños de los monopolios mediáticos –en su mayoría judíos sionistas-- jefes de Inteligencia, líderes del Congreso, prominentes banqueros, jefes políticos de hoy y del ayer inmediato y otros elementos. Ellos son los asesinos, pero el Presidente carga con la sangre.

4-. El crimen supremo

El 11 de Septiembre es el cénit histórico de la maldad imperialista: la prueba palpable de lo que es capaz un gobierno endemoniado para alcanzar sus diabólicos fines. Jamás en la historia se había producido un hecho semejante.

A veces los países se enfrascaban en guerras civiles y sus ciudadanos se mataban unos a otros como animales salvajes –los animales salvajes no se matan entre sí, al contrario casi siempre se protegen--, pero los bandos en pugna no asesinaban a sus propios combatientes.

Otras veces un ambicioso daba un golpe de Estado y provocaba una Revolución; pero jamás un gobierno asesinó, a sangre fría, a miles de sus ciudadanos para acusar a otros países, invadirlos y robarles sus riquezas.

Asurbanípal, el Sardanápalo, aquel corrupto reyezuelo que ordenaba que se le arrancara la piel a sus enemigos vencidos y se les pusiera, desnudos, en los techos de sus viviendas en las horas de sol más intenso para que sus rayos aumentaran sus terribles sufrimientos, no hubiera sido capaz de asesinar a tres mil asirios para acusar del crimen a los medos y destruir Persépolis, ni César hubiera asesinado a tres mil romanos para culpar a 'los bárbaros' y justificar su invasión a las Galias, ni Atila hubiese asesinado a tres mil hunos para culpar a Roma e invadir la península itálica, ni Napoleón hubiera asesinado a tres mil franceses para acusar al gobierno de Viena e invadir a Austria. Los imperios han matado a sus enemigos, no a sus ciudadanos.

Debemos exponer todos los detalles de este crimen singular para que el mundo conozca las entrañas del monstruo que lo quiere dominar.

5-. Denuncia en la cumbre

Eisenhower murió en marzo de 1969 sabiendo, tal vez, que un crimen como el 11 de Septiembre podía producirse. Curiosamente, fue en los mismos días en que nació el Centro Mundial de Comercio de Nueva York.

La íntima confabulación de jefes militares y capitanes de la industria bélica para provocar guerras que de otra forma no existirían, fue la base de su denuncia al despedirse del país por televisión, desde la Casa Blanca, tres días antes de entregarle el poder a John Kennedy, aquel 17 de enero de 1961. No fueron los anti-imperialistas quienes, en ese momento, lo hicieron, sino el héroe estadounidense de la guerra mundial en el escenario europeo.

Sus crímenes –Dresde, OTAN, Guatemala, Vietnam, Líbano, Cuba y otros-- se atenuaron ante su digna actitud de denunciar a los peores enemigos de su país (curiosamente en Estados Unidos no se usa la palabra patria --fatherland--, tal vez porque sus ciudadanos consideran que viven en un país --country--, o sea un espacio físico, no una patria, es decir una entidad moral e histórica que depende de la conciencia, no la geografía)

Nada mejor para crear condiciones de guerra que producir auto-agresiones directas –Maine, Operación Northwoods, 11 de Septiembre, etc.-- o indirectas, o sea llevar al enemigo a una situación en que no le quede otra salida que atacar –México, Lusitania, Pearl Harbor, Tonkín, etc.--.

Eisenhower sabía que lo que él denunció existía desde mucho antes de enero de 1953, y si lo dejó para el final de su mandato fue porque pensó que a los jefes del CMIT no les interesaría asesinar a quien sólo sería presidente tres días más, creyendo, sobre todo, que podían dominar al nuevo gobernante. Ya sabemos que cuando Kennedy les falló para que se produjera una auto-agresión indirecta como la del Golfo de Tonkín, pagó con su vida en Dallas por su rebeldía contra los amos del Imperio.

A pesar de su aldabonazo tardío debemos agradecerle al general de Normandía su justa denuncia que le dio la razón, medio siglo después, a los líderes socialistas que acusaban a los jefes militares y capitanes de la industria bélica de provocar a la Alemania del Kaiser para justificar su entrada en el más grave conflicto armado que había conocido la humanidad hasta entonces.

6-. La infamia

Agentes del CMIT fueron los que, muchos años después, convirtieron a Bolivia en el mayor productor mundial de pasta de coca y a Colombia en el primer productor global de cocaína con el objetivo de inundar a Estados Unidos de drogas, generar fabulosas ganancias y controlar a una parte de la población que, hundida en el vicio, se desvincula de las luchas sociales. El hombre clave de esa canallada fue George H. W. Bush, de quien se cree que salió de la Casa Blanca, en enero del 93, con una fortuna superior a los 5,000 millones de dólares.

Esa operación de la CIA, que tuvo la aprobación de la Casa Blanca desde la presidencia de Lyndon Johnson, trajo como consecuencia que el consumo de drogas en Estados Unidos sea hoy mayor que en el resto del mundo: un país con 312 millones de habitantes, 4.48% de la población mundial, consume más drogas que el resto de todos los países juntos, con 6,963 millones, un 95.52% de la humanidad.

Ese enorme uso de drogas alucinógenas, en el país que tiene la primera economía del mundo, ha convertido a varios países, sobre todo a México, en campos de batalla en los que han muerto cientos de miles de ciudadanos. No son víctimas de sus vicios, sino del vicioso Imperio.

7-. La explosión y el incendio

Desde aquellos días posteriores al 11 de Septiembre, numerosos ingenieros en varios países del mundo expresaron fuertes dudas de que el fuego creado por el impacto de las naves aéreas en las torres gemelas de Nueva York pudo haber sido la causa de su derrumbe. Argüían que el fuego creado por el combustible de las naves no tenía la intensidad y durabilidad suficientes para derretir las soportes centrales de acero que sostenían a los rascacielos.

El gobierno de Bush se aferró al informe de que había sido ese fuego la causa del desastre a pesar de que tal opinión contradecía principios básicos de las ciencias. El Informe Kean, la muy limitada, y sospechosa, investigación que se hizo sobre los hechos, corroboró el informe del gobierno.

Tanto el gobierno como el Informe Kean aceptaron, además, el también sospechoso informe del Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST: National Institute of Standards and Technology) que basó sus estudios en el fuego creado por el combustible de los aviones y en ningún momento consideró que el mismo podía haber sido efecto de una explosión.

A medida que han pasado las semanas y los meses y los años, sólo los científicos que responden a los intereses del gobierno imperialista han defendido la versión oficial del gobierno sobre la masacre, defendida con inusual complacencia y propagada miles de veces por la prensa corporativa, muy influida por el sionismo.

Varios científicos de prestigio informaron, entonces, que un incendio creado por la acción de la Nano-termita pudo haber sido lo suficientemente poderoso y duradero para derretir partes de los soportes de acero de las torres, provocando su desplome.

La Nano-termita se produce cuando se mezclan granos ultrafinos de aluminio con granos ultrafinos de otros óxidos metálicos, como los del hierro, el cobre, el molibdeno y otros. Es un conjunto de compuestos intermoleculares que contiene un oxidante, por lo regular oxido de hierro, y un agente reducidor, como el aluminio, y produce una reacción exotérmica que libera gran cantidad de energía en forma de luz o calor. Es un material reactivo que se usa con fines militares en la elaboración de explosivos que producen fuegos intensos y sostenidos.

Por supuesto que para que haya sido la explosión de la Nano-termita la que creó el incendio que provocó la catástrofe, ese material tuvo que haber sido colocado dentro de las torres horas o días antes del impacto de los aviones, y operado por control remoto en el mismo instante o unos minutos después que se produjera el impacto de las naves aéreas. O sea, la explosión de la Nano-termita y el gran incendio que provocó, derrumbando a las torres, no tienen nada que ver con el impacto de los aviones.

Muestras de los residuos que deja un incendio producido por la Nano-termita fueron encontrados en los escombros de las torres gemelas --ver la foto que ilustra al artículo--, a pesar del gran esfuerzo del gobierno de Bush de que esos restos fueran llevados, lo antes posible, a una zona aislada de Staten Island y, después, al extranjero.

Ésta es una prueba más de que el 11 de Septiembre fue una auto-agresión perpetrada por un monstruo cuyas entrañas son hoy mucho más siniestras que cuando las sufrió Martí