Urdaneta: valiente, honesto y fiel
Texto: Antonio Pérez Esclarín

Así se titula mi último libro sobre Rafael Urdaneta, máximo prócer zuliano, que nació el 24 de Octubre de 1788, hace exactamente 222 años. La historia nos recuerda su intrépido valor y su firme decisión, cuando en momentos difíciles en que desertaban los soldados del ejército patriota, se dirigió a Bolívar y le dijo “Si con dos hombres basta para liberar a la patria, presto estoy a acompañar a usted”. Así era Urdaneta: como un relámpago de valor. Pero más que el heroísmo de Urdaneta, puesto a aprueba en cien combates y sobre todo en la tenaz defensa de Valencia, me interesa subrayar su lealtad y su honestidad y proponer una reflexión en torno a ellas. Estoy convencido de que servirá de muy poco la celebración de un nuevo aniversario del nacimiento de Urdaneta, si no nos preguntamos con honestidad y sinceridad qué significa para nosotros la lealtad a la patria, la fidelidad a Bolívar y Urdaneta; qué sentido puede tener el que hoy recordemos y celebremos su vida. La auténtica fidelidad implica asumir con desprendimiento y entrega las nuevas batallas de la independencia que permitan una patria grande y justa para cada venezolano, es decir, unas condiciones de vida dignas, respetuosas y solidarias. Porque la patria no es una entelequia o algo vaporoso y vago que se invoca en los momentos solemnes. La patria es, en primer lugar, cada venezolano y cada venezolana; es la constitución que debemos cumplir y defender; es la democracia que debemos profundizar; es la tierra venezolana, con sus recursos y riquezas que pertenecen a todos y que no pueden ser administrados caprichosamente, o en beneficio de algunos. Defender la patria es trabajar por una democracia política, social y cultural, que garantice que todos los venezolanos podamos vivir con dignidad, sin el acoso de la miseria o la inseguridad, ni el colapso de los servicios esenciales. Democracia con instituciones eficientes, que resuelvan problemas y que garanticen la igualdad ante la ley de todos los venezolanos sin importar su raza, religión, condición social o ideología política. Defender la patria es recoger la basura, tapar los huecos de calles y carreteras, hacer que los hospitales y escuelas funcionen, poder renovar la licencia sin madrugonazos, colas o bajándose de la mula, salir de la casa sin el temor de ser asaltados o secuestrados. Defender la patria es castigar la ineficiencia, la corrupción, el matraqueo, el nepotismo; es impulsar unas políticas productivas y laborales agresivas y eficientes, que garanticen bienes y servicios de calidad para todos. Con frecuencia, los discursos, las ofrendas, los homenajes a Bolívar, Urdaneta u otros próceres, son el mejor modo de enterrarlos definitivamente, de arroparse con sus nombres y llevar una vida completamente opuesta a su espíritu. Y así, muchos de los que discursean aclamando con devoción a los padres de la patria y colocan ofrendas florales frente a sus estatuas, se roban los dineros de todos o los administran como si fueran suyos, corrompen voluntades, amasan fortunas sobre la miseria de las mayorías y ejercen la política como ocasión de enriquecimiento o para acaparar más poder personal o para los suyos. “No dejo en el mundo sino una viuda y once hijos en la mayor pobreza”, testimonió Urdaneta antes de su muerte en París, un hombre que había ocupado los más altos cargos militares y políticos, incluso la Presidencia de la Gran Colombia, sin buscar su provecho o el de los suyos. Y cuenta la historia que sabiendo que le había llegado la hora de su muerte, llamó a sus hijos Rafael y Luciano que le acompañaban y les ordenó: “Encárguense ustedes de devolver al Gobierno de Venezuela la parte que aún queda de los viáticos que me adelantaron para el viaje que no he podido concluir”. ¡Qué gran lección de honestidad! ¡Qué bofetada a todos los que entran a saco en el tesoro nacional y andan ostentando sus riquezas mal habidas sin el menor disimulo! Ojalá que este nuevo aniversario nos ayude a reorientar el verdadero sentido de la fidelidad a la patria, nos convoque a seguir hoy la gesta libertadora, y nos anime a combatir con valor y sin miedo todo engaño, toda mentira, toda corrupción, toda explotación y exclusión, toda politiquería mezquina, toda invocación hipócrita que se sirve de lo más sagrado para destrozar la patria.

Profesor / Filósofopesclarin@gmail.com