Finalmente, ¿Cuantas definiciones de "terrorismo" existen?
Al ser interrogado sobre quién estaba dirigiendo sus movimientos en las operaciones, Chávez Abarca contestó "Luis Posada Carriles", posteriormente, un funcionario venezolano le preguntó sobre el paradero de este terrorista antirrevolucionario, a lo que el detenido contestó: "no sé, porque yo tengo desde el 97 de no hablar con él", además indicó que las órdenes las seguía "por medio de Daniel (Barrundia)".
Asimismo, Chávez Abarca confesó que recibía instrucciones en clave a través de un correo electrónico donde mencionaba el restaurant "El Caney del Chivo" ubicado cerca del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía, específicamente en la localidad de Catia la Mar (norte de Caracas) donde se encontraría con tres personas, entre ellos dos venezolanos para iniciar con el plan desestabilizador.
Uno de los correos electrónicos encontrado en la cuenta de Chávez Abarca dice: "que la muchachita traiga fotos de permisos de conducir para que conozca la universidad rapidito"- refiriéndose esto a Venezuela- "que acá la cosa está bien difícil", la idea era planificar el caos.
Según el terrorista, en esa reunión se buscaba planificar disturbios y evaluar los sitios donde se pudieran iniciar.
"A usted le pueden decir 'mire necesito esto', equis, y usted dice... por eso es que decía allí (en el correo) para que venga a estudiar, para que venga a conocer, a estudiar en la universidad que está bien arrechito para que ellos vieran si lo que ellos me pedían se podía hacer o no", declaró en Maiquetía Abarca en el momento que fue detenido.
Entre las acciones que venía a hacer Chávez Abarca para truncar las venideras elecciones parlamentarias que se realizarán en septiembre de este año, estaban "quemas llantas, hacer disturbios de la calle y atacar a un partido político".
La idea según el detenido, era poner a pelear a movimientos de la revolución a través de las "conveniencias diferentes" que tienen.
El terrorista afirmó que los que estaban contratando estas acciones en contra del Gobierno venezolano estaban dispuestos a realizar lo que fuera necesario para lograr su cometido.
"Cuando me dijo del trabajo me dijo que había que bajar aquí en Venezuela, para hablar con ellos, pero que había plata -¿cuánta plata? interrogó el funcionario-" a lo que respondió Chávez Abarca: "yo ponía el precio".
Se presume que en este nuevo atentado contra el Gobierno del presidente Hugo Chávez están vinculados militares disidentes que participaron en las protestas realizadas en la plaza Francia de Altamira, al este de Caracas donde fallecieron varios ciudadanos en el año 2002.
De igual forma se vinculan con la operación a civiles que participaron en el golpe de Estado contra el presidente Chávez el 11 de abril de 2002.
El salvadoreño fue escoltado este miércoles por agentes del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) hacia el avión que lo llevará a Cuba, país que lo solicitó por varios atentados terroristas en esa nación.
Minutos antes, el detenido confesó, ante las cámaras de teleSUR, que fue enviado a Venezuela para realizar acciones de conspiración y que intentó entrar al país con pasaporte falso.
"Estábamos listos para poder hacer ciertas acciones de conspiración" declaró a su salida de la sede del Sebin donde estuvo recluido desde el viernes cuando fue capturado, y confirmó que su entrada a Venezuela la realizó "de manera fraudulenta con pasaporte falso".
El terrorista participó de la mano de Posada Carriles en los atentados contra sitios turísticos en La Habana en 1997, en uno de los cuales perdió la vida el joven italiano Fabio Di Celmo.
El pasado 15 de marzo un tribunal estadounidense suspendió una vez más el juicio que se le sigue a Posada Carriles, suelto en Estados Unidos, y fue aplazado por tiempo indefinido.
Las leyes internacionales y acuerdos de extradición como por la Convención de Montreal de Actos Ilícitos contra la Aviación Civil y la Protección de Pasajeros, así como por la Convención Internacional contra Actos Terroristas Cometidos con el Uso de Bombas, obligan al Gobierno estadounidense a responder a las solicitudes venezolanas de enviar a Posada Carriles a este país para que sea enjuiciado.
Por: Homar Garcés Fecha de publicación: 26/08/04 Aporrea.org “Hay que acabar con los terroristas. Enviemos tropas a la Casa Blanca”. Noam Chomsky, filósofo norteamericano. Con Ronald Reagan de presidente, el imperialismo yanqui inició una etapa aún más agresiva y militarista en su empeño por lograr la hegemonía mundial frente a su rival de entonces, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Durante ésta, la administración Reagan-Bush (padre) financió grupos nacionales ultraderechistas, llegando – incluso - a entrenar y a suministrarle armas a quienes, como los “contras” en Nicaragua, trataban de derrocar a los gobiernos que no comulgaban con los intereses de Washington y que podrían orbitar alrededor de los soviéticos. Durante esta etapa, la Casa Blanca intervino en la isla caribeña de Grenada y en El Salvador, donde apoyaron abiertamente a los grupos ultraderechistas que enfrentaban a los de izquierda, con la intención de contener a los sandinistas de Nicaragua; sin atender a los reclamos internacionales y precipitando una escalada armamentista en la región centroamericana, de la cual no fue ajena Venezuela al vendérsele una flota de aviones F-16 solicitados por el gobierno del Presidente Luis Herrera Campíns, al manejarse una hipotética guerra con Cuba. Todo esto dentro de su esquema de confrontación con ese otro bloque de poder imperialista que lo representó la Unión Soviética. Bajo tal argumento, la CIA y el Pentágono armaron ejércitos a Osama Bin Laden en Afganistán y a Saddam Hussein, al entrar Irak en guerra contra Irán durante diez largos años. Desaparecida la URSS, alguna gente creyó ingenuamente que el mundo unipolar heredado de la Guerra Fría podría ahora sumergirse en una era de paz, desarrollo y convivencia feliz bajo el patrocinio capitalista. Los hechos posteriores, caracterizados por una feroz acometida del neoliberalismo económico fomentado por las corporaciones trasnacionales “made in USA” y un resurgir de luchas nacionalistas y populares, evidenciaron las graves dicotomías existentes. Es cuando surge en el Pentágono la fórmula de la guerra preventiva, con la cual Estados Unidos podría atacar y suprimir la amenaza potencial de algún gobierno o movimiento enemigo. Sin embargo, esta tesis guerrerista, surgida a finales de la administración de Bill Clinton, no parecía disponer de mucho asidero en la política imperialista norteamericana hasta que ocurrieron los muy oportunos ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, en Nueva York. Hoy vemos cómo la administración imperialista y arrogante de Bush invade territorios en Asia, África y Europa, buscando consolidar su posición geopolítica hegemónica e ignorando adrede la opinión de sus mismos ciudadanos, el Derecho y las organizaciones internacionales. Intenta prever la situación de emergencia que la nación norteña sufrirá en los próximos decenios cuando comiencen a agotárseles los recursos estratégicos y tenga que competir con el poderío económico de Europa unida y con las naciones asiáticas, con China a la cabeza. De ahí que su mirada se pose, nuevamente, sobre lo que siempre consideró su patio trasero: América Latina. Sólo que confronta una realidad imprevista y bastante incómoda con el proceso revolucionario bolivariano que tiene como escenario a Venezuela, de ahí que no haya escatimado recursos y esfuerzos por ver derrocado al Presidente Hugo Chávez, estimulando acciones terroristas de parte de la oposición interna, como el golpe de Estado del 11 de abril de 2001, y amenazando, de paso, recurrentemente, con desatar una intervención armada directa en este país. Todo con la finalidad de que el mal ejemplo venezolano no se extienda por toda la ancha geografía americana y caribeña, acuñando la necesidad de “preservar la libertad democrática” y evitar el totalitarismo “castro-comunista” que Chávez extendería. Por ello no extraña que el terrorismo que tanto preocupa a Estados Unidos y que le ha llevado a establecer bases y planes militares en todas las regiones del mundo, especialmente en nuestra América, tenga un tinte particularmente norteamericano, es decir, que es alimentado por las mismas apetencias de control económico y dominio territorial de los mismos Estados Unidos. Frente a tal realidad, cuaja con mucha vigencia lo dicho por el Che Guevara de “crear uno, dos, tres… muchos Vietnam” como una manera de combatir efectivamente el poderío imperialista norteamericano y lograr la emancipación total de nuestros pueblos explotados.- ¡¡Hasta la Victoria siempre!! ¡¡Luchar hasta vencer!! HOMAR GARCÉS |
Terrorismo made in U.S.A. en las Américas
Luis Posada Carriles debe ser juzgado en Venezuela
Antiguo miembro de la policía del dictador cubano Fulgencio Batista, el señor Luis Posada Carriles se incorporó a las filas de la CIA después de 1959. Formado en la Escuela de las Américas de Fort Benning en Georgia, se hizo experto en explosivos y participó en la agresión militar estadounidense de Bahía de Cochinos en abril de 1961.
Es responsable de varias decenas de sangrientos atentados que costaron la vida a más de un centenar de civiles inocentes. Es considerado como el autor, junto con otros como el terrorista Orlando Bosch, del odioso crimen de Barbados en que un avión comercial de Cubana de Aviación que transportaba a 73 personas estalló en pleno vuelo el 6 de octubre de 1976. Ninguno de los pasejeros sobrevivió.
Los documentos oficiales del FBI y de la CIA, desclasificados en mayo y junio de 2005, reconocen al señor Posada Carriles como el responsable de ese infame crimen.
Arrestado y condenado en Venezuela, el señor Posada Carriles escapó de prisión en 1985 gracias al apoyo de la extrema derecha cubana de Florida. Luego ofreció sus servicios al teniente coronel Oliver North en la guerra sucia contra los Sandinistas en Nicaragua en los años 1980.
En 1997, una ola de atentados terroristas golpeó la industria turística cubana dejando numerosos heridos y costando la vida al joven italiano Fabio di Celmo. En una entrevista publicada en el New York Times el 12 de julio de 1998, el señor Posada Carriles reconoció ser el autor de esos actos terroristas afirmando que el italiano “se encontraba en el lugar equivocado en el momento equivocado”. No expresó ningún arrepentimiento declarando con cinismo: “duermo como un bebé”.
El 17 de noviembre de 2000, el señor Posada Carriles intentó asesinar al presidente cubano Fidel Castro poniendo una bomba de 15 kilogramos de C4, mientras éste daba una conferencia en la Universidad de Panamá donde 2 000 estudiantes estaban reunidos. Según las autoridades panameñas, la explosión hubiera podido ocasionar centenas de víctimas. Detenido y juzgado, fue condenado a 8 años de cárcel.
No obstante, un acto incalificable se produjo el 25 de agosto de 2004: la presidenta saliente de Panamá, Sra Mireya Moscoso, cuyo mandato presidencial terminaba el 31 de agosto de 2004, indultó al señor Posada Carriles y a sus tres cómplices violando así la ley panameña que estipula que es posible ejercer el indulto acerca de un prisionero sólo si el proceso judicial se ha terminado. Ahora bien, el juicio del señor Posada Carriles se encontraba en fase de apelación. Es ahora público y notorio que la señora Moscoso actuó para satisfacer los deseos de la extrema derecha cubana de Miami, ciudad donde actualmente reside, y en consecuencia de las presiones de Washington.
Desde el mes de marzo de 2005, el señor Luis Posada Carriles se halla en Estados Unidos mientras que el Departamento de Justicia estadounidense le notificó una prohibición de entrada en su territorio.
Venezuela pide la extradición del señor Posada Carriles, que dispone de la nacionalidad venezolana, para que sea juzgado garantizándole sus derechos constitucionales.
En nombre de la lucha contra el terrorismo, Estados Unidos debe mostrar el ejemplo extraditando al señor Posada Carriles a Venezuela, para que sus crímenes no queden impunes. La humanidad entera observa este asunto con atención pues la memoria de las víctimas del terrorismo exige que la justicia triunfe sobre la barbarie.
¡La impunidad debe cesar!
Nadine Gordimer, Salim Lamrani, Noam Chomsky, Rigoberta Menchú, Adolfo Pérez Esquivel, José Saramago.
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